domingo, 13 de diciembre de 2009

Pensando en voz alta

La oportunidad de reflexionar y renovar  nuestros compromisos debe ser  permanente, no debería requerir de épocas o de un mes en especial como el presente. Sin embargo, bajo cualquier situación o momento exige de nosotros de una gran disposición para hacerlo con una dósis importante de objetividad y de manera auténtica, tarea que parece sencilla y fácil, pero quizá es el acto más complicado como seres pensantes.

La tradición, costumbre o creencias nos llevan generalmente en estas épocas a hacer balances de nuestras acciones personales y profesionales en los distintos ámbitos donde nos desenvolvemos, es así que estas fiestas resultan para muchos, propicias para efectuar una evaluación y una renovación de compromisos, pero también cabe una disolución de los mismos. En este marco, la educación ocupa un punto necesario para el inicio de la presente reflexión.


Para aquellos que sentimos la educación de nuestro país como un centro de nuestras preocupaciones y acciones, puede resultar propicio hacer un balance de nuestro accionar en relación con la educación misma. No es decir algo nuevo, que la situación de la educación de nuestro país requiere y exige una acción y un esfuerzo permanente para lograr su cambio. La población estudiantil en nuestro país  es enorme por encima de los 4 millones, la cantidad de instituciones educativas a nivel nacional superan las 40 mil y la dimensión geográfica en las que están distribuidas es tan amplia como el millón doscientos mil ochenticinco kilómetros cuadrados de nuestra extensión territorial. Estas dimensiones podrán variar en cifras más o menos, pero su volumen y su complejidad  demanda de todos nosotros un compromiso total para que desde nuestras ubicaciones podamos aportar y construir el cambio.
Sin que esto parezca una excusa, resulta muchas veces insuficiente que toda medida sea esta buena o no muy buena, por decir lo menos con relación al mejoramiento de la calidad educativa,  parece insuficiente y casi no se siente el impacto, sin embargo no es posible dejar de avanzar aunque lo que se haga o se pueda hacer parezca que no ha movido un centímetro la calidad.


¿Cuánto estamos haciendo cada uno de nosotros para mover algunos centímetros la calidad de la educación? Y la pregunta no va únicamente desde un sentido macro o nacional, sino desde nuestras propias ubicaciones personales. ¿En qué estoy pensando cuando me encuentro con mis estudiantes, cuando debo generar en  ellos aprendizajes, cuando converso con ellos, cuando programo, cuando evalúo sus aprendizajes, cuando desarrollamos algún contenido? ¿En qué medida estoy  contribuyendo a la construcción de la calidad educativa?
Todo ello tiene sentido si lo hacemos con claridad de consciencia, si todo ello constituye un aporte, una contribución, una colaboración al presente y el futuro de nuestros estudiantes. Esto demanda absoluta preparación, así como cuidado y acompañamiento de nuestros estudiantes.
Finalmente, ¿Podemos esperar que otros construyan la calidad de la educación mientras nosotros observamos desde el balcón, para luego unirnos o por el contrario hacer de frente opositor?

martes, 1 de diciembre de 2009

Docencia e inteligencia emocional (II parte)


Capacidades importantes que deben desarrollarse en la persona del docente

El concepto de la inteligencia emocional postula ampliar la noción de inteligencia (tradicionalmente ceñida a una serie de habilidades racionales y lógicas) incorporando una serie de habilidades emocionales.
1. Conciencia de las propias emociones. Quien no se percata de sus emociones queda a merced de las mismas. Identificar las propias emociones al evaluar situaciones pasadas implica una primaria inteligencia emocional. Distinguir un sentimiento mientras está aconteciendo supone una inteligencia emocional desarrollada. La introspección y el reconocimiento de sus puntos débiles y fuertes, la confianza que en sí mismo demuestre, la atención que preste a sus estados de ánimo interiores y la expresiones que haga de ellos ante sus alumnos, son aspectos que un docente competente debe trabajar y afianzar antes de enfrentarse a la enseñanza de los mismos a su grupo de alumnos.
Es muy importante tener una clara conciencia de sí mismo y de sus procesos emocionales, ya que el modelo de comportamiento emocional que manifieste será un acontecimiento determinante que influirá en el aprendizaje emocional de sus alumnos. Además, el docente es una pieza clave para que niños, jóvenes y adultos presten atención y aprendan a percibir sus propias emociones. (Gallego, D., Alonso, C., Cruz, A. y Lizama, L., Ibíd, p. 60)

2. Manejo de las emociones. Me refiero a la capacidad de controlar los impulsos para adecuarlos a un objetivo. Habilidad que se puede "entrenar" como, de hecho, hacen los actores que son capaces de generarse el estado emocional más apropiado para representar un papel. Aprender a crear un determinado estado emocional... son palabras mayores. Recomiendo empezar por intentar controlar la duración de las emociones. Algo que sucede hace emerger nuestra furia. Parece inevitable. Pero esa furia puede durar un minuto, una hora o un día. Algo que acontece nos pone tristes. ¿cuánto tiempo haremos durar esa tristeza?. Muchos docentes se preguntan a menudo cómo salir bien librados de algunas situaciones críticas y comprometidas en las que se ven inmersos en su tarea educativa: la hostilidad de algunos alumnos, padres o colegas, el estrés y la ansiedad de preparar una nueva asignatura que no se conoce, la crítica de un superior por la forma de manejar la clase, la apatía que provoca la realización de tareas repetitivas, etc.
Las estrategias utilizadas por los docentes para controlar estas situaciones de carga emocional pueden ser variadas: evitar, aguantar, minimizar, cambiar los acontecimientos o buscar información y asesoramiento. El conocimiento de estrategias de los discentes de la institución en la que se trabaja, junto con el dominio de un método de trabajo y de las habilidades para la comunicación interpersonal, son recursos que ayudarán a reducir la incertidumbre de las situaciones críticas y hacerlas más predecibles y controlables.
El que afrontemos determinas situaciones en forma controlada o descontrolada estará determinado por las emociones y sentimientos. Pero también el afrontamiento estará ligado a la habilidad para influir a través de nuestros pensamientos, percepciones y acciones en las emociones y para ejercer sobre ellas, un control que las convierta en algo beneficioso y no perturbador. Saben que cuando están fuera de sí no están en condiciones de escuchar, ni de hacer o recibir una crítica, ni de pensar, ni de encontrar una solución a un problema.
El autocontrol puede ser enseñado y aprendido, y debe convertirse en un objetivo pedagógico en el sentido que implica asumir responsabilidad, determinar secuencias de acciones y generar previsiones, al mismo tiempo que es un medio necesario para lograr la autonomía personal. Por ello es imprescindible seleccionar técnicas y elaborar estrategias para generar en niños, jóvenes y adultos modos de control de las propias emociones y reducir así su vulnerabilidad a condiciones externas e internas.(Gallego, D., Alonso, C., Cruz, A. y Lizama, L., Ibíd, p. 85)

3. Capacidad de automotivación. Las emociones nos ponen en movimiento. Desarrollar la capacidad de entusiasmarnos con lo que tenemos que hacer, para poder llevarlo a cabo de la mejor manera, aplacando otros impulsos que nos desviarían de la tarea mejora el rendimiento en cualquier actividad que se emprenda. Como responsables de la tarea educativa, los docentes deben reconstruir los conocimientos que la ciencia ha producido, pero también otros que quizá sean más útiles en la vida, tales como aprender a luchar ante la adversidad, ser persistentes en el esfuerzo y luchar por conseguir las metas personales.
Los alumnos sometidos al fracaso repetido se imponen metas que son demasiado bajas o excesivamente altas. Es un modo de refugiarse ante el miedo y la amenaza del fracaso. En el primer caso, al buscarse objetivos relativamente fáciles se garantiza el "no fracaso" pero no se consiguen logros mayores. En el segundo, al imponerse metas inalcanzables. El fracaso no es tan humillante porque siempre se puede achacar a factores externos la propia habilidad, como por ejemplo a la dificultad de la tarea.
Las expectativas son, en la mayoría de los casos, una percepción subjetiva que puede quedar lejos de las posibilidades reales de una persona. Los docentes tienen la oportunidad de desmontar estas percepciones en los alumnos con expectativas bajas o no reales y ayudarles a adquirir confianza y a motivarse a sí mismos. La descomposición de los objetivos en metas más asequibles, el feedback positivo de una persona de confianza, la reconstrucción y análisis de los procesos de pensamiento que conducen a sentimientos de incompetencia y nulidad y la correcta y objetiva explicación de los éxitos y fracasos, son algunos procedimientos que se pueden emplear para ayudar a estos alumnos.

4. Empatía. Es el nombre que recibe la aptitud para reconocer las emociones en los demás. Proviene del griego empatheia, que significa algo así como "sentir dentro", es decir, percibir lo que el otro siente dentro suyo. Los sentimientos no suelen expresarse verbalmente sino a través del tono de voz, los gestos, miradas, etc. La clave para la empatía reside en la destreza para interpretar el lenguaje corporal. Percibir activamente las emociones y sentimientos de los alumnos es entender los motivos de los mismos e implica, al mismo tiempo, mostrarles que como formadores los docentes también se hacen cargo del impacto emocional que les produce un problema, los apuros por los que están pasando, la tristeza de los fracasos, la alegría de los éxitos, el rechazo, etc. Esta sintonización con los sentimientos de los alumnos no significa que los acepten, ni que estén de acuerdo con ellos en todo, simplemente que los comprenden y que están dispuestos a ayudarles en la medida de sus posibilidades y limitaciones.
En la mayoría de los casos, los alumnos no tendrán la suficiente confianza como para ir a contarles sus preocupaciones; pero si se está atento a sus expresiones emocionales no verbales, seguramente los docentes encontrarán síntomas o señales que nos adviertan de las mismas.
La capacidad de reconocer estas señales emocionales y de interpretarlas será el primer paso para entrar en contacto con ellos, para empatizar; mientras que la indiferencia o una respuesta automática y estereotipada crearán una barrera difícilmente superable.
Luego será escucharles, reduciendo los temores y creando un clima favorable a la comunicación interpersonal. Una vez que el docente reciba información suficiente de primera mano, estará en disposición de prestarles ayuda y ofrecerles alternativas de solución a sus problemas o dificultades.
Las capacidades de autoconocimiento y autocontrol de los docentes serán imprescindibles en estos casos. La primera para identificar y reconocer también las emociones en los demás y, la segunda, para no terminar bloqueados por las emociones propias y ajenas.
Como profesionales de la educación, en muchas ocasiones los docentes se ven obligados a llamar la atención a sus alumnos, a corregirles, a contradecirles y a hacerles ver sus equivocaciones y errores. Además, este tipo de situaciones también se pueden presentar con los compañeros de trabajo, superiores, padres. Saber hacer críticas ayuda en esta tarea, al mismo tiempo que impedirá que las relaciones con los alumnos, colegas y demás personas de la comunidad educativa se deterioren como consecuencia de una actitud defensiva o de rechazo.
La crítica, o la indicación abierta sobre la necesidad de un cambio de situación o comportamiento, debe dar información sobre lo que se pretende cambiar o mejorar, y debe incluir la expresión de los sentimientos del docente para que la persona objeto de la crítica comprenda el alcance de sus acciones; en definitiva, ayudarle a que empatice con él.
Para ello, se puede pedir a los alumnos que identifiquen situaciones en las que se han puesto en el lugar de otra persona y que discutan los efectos que ha tenido su “empatía” en esa relación, así como que describan experiencias en las que ellos han sido los destinatarios de la “empatía” de las demás y que discutan los beneficios que experimentaron.

5. Manejo de las relaciones. Así como un paso posterior a reconocer nuestras emociones consiste en aprender a controlarlas; de modo análogo, una instancia ulterior a la empatía estriba en manipular las emociones de los demás. En el contexto escolar se producen numerosas interacciones entre los propios alumnos, entre alumnos y profesores, entre éstos y los demás miembros de la comunidad educativa. Esto conlleva la necesidad de establecer una convivencia saludable y eficaz para poder disfrutar de las relaciones con los demás y poder aprender en un clima positivo de comunicación.
La ausencia de competencia social en la edad escolar se relaciona con conductas problemáticas tales como el abandono escolar, el bajo rendimiento, la delincuencia juvenil y las conductas delictivas. Asimismo, una adecuada competencia social en la edad escolar se relaciona con el buen rendimiento académico y la popularidad de la persona entre sus iguales (Gallego, D., Alonso, C., Cruz, A. y Lizama, L., Ibíd, p. 176)
Algunos problemas existentes en la ámbito educativo que se disminuirían con la enseñanza y el aprendizaje de habilidades sociales serían: el sometimiento al grupo de iguales, las conductas agresivas y hostiles de los alumnos, la inseguridad, las dificultades para hablar o responder, la intolerancia a las críticas, los problemas de aprendizaje debidos a una baja autoestima, la incapacidad de expresar sentimientos o emociones en algunos alumnos, la soledad, la depresión, la desmotivación hacia los estudios, etc.
Todos estos problemas son una fuente de preocupación para los profesionales de la educación y tienen como elemento común la dificultad de desenvolverse en las interacciones sociales que se producen en el contexto escolar y tanto su prevención como su tratamiento podrían abordarse con el entrenamiento en habilidades sociales eficaces. Sin embargo, la implantación de las técnicas, habilidades o recursos que potencien la competencia social no ha sido algo que, de manera especifica y sistemática entre a formar parte del currículo escolar y se ha dejado al criterio de la buena voluntad de los profesores.
Es necesario un cambio de planteamiento y actitudes a este respecto, ya que desde los centros escolares se puede, y se debe, promover la competencia social de los alumnos y como consecuencia, desarrollar la salud mental y prevenir los problemas emocionales y sociales futuros.
Hasta aquí tenemos que, el autoconcimiento y la autorregulación emocional, la automotivación, la empatía y las habilidades sociales se han considerado como parte del "currículo oculto", y aun cuando el docente no se comprometa en su enseñanza, siempre será modelo y referente para sus alumnos, pues la manera como éste haga uso de su I.E. y ponga en práctica sus competencias emocionales, servirán de ejemplo para conductas y actitudes presentes o futuras a sus estudiantes. Desde la teoría del Aprendizaje social, esto se explica porque el rol que asume y despliega el docente dentro y fuera del aula de clases, proporciona el modelo a imitar por los estudiantes en la adquisición de estrategias adecuadas para el desarrollo de la I.E. y de las competencias emocionales (Abarca, M., Marzo, L. y Sala, J., Ibíd. 2.002. p. 4)
No obstante, como afirma Gallego, el mero aprendizaje por observación o imitación de modelos no es suficiente, es necesaria una intencionalidad para que se aprendan los comportamientos sociales efectivos y para que se depuren o afiancen los ya adquiridos (Gallego, D., Alonso, C., Cruz, A. y Lizama, L., Ibíd, p. 214)
Es comprensible que muchos docentes se sientan sobrecargados con las exigencias de la tarea propias de la docencia, y se resistan a dedicar tiempo extra a enseñar otro tipo de habilidades, sin embargo, la adquisición de competencias emocionales y sociales no se presentan como algo aparte ya que quedan integradas en el mismo entramado en la vida escolar.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Docencia e inteligencia emocional

Ser docente e inteligencia emocional (I parte)
Según cuenta un antiguo relato japonés,
un belicoso samurai desafió en una ocasión a un maestro zen
a que explicara el concepto de cielo e infierno.
Pero el monje respondió con desdén: “No eres más que un patán.
¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!.
Herido en lo más profundo de su ser,
el samurai se dejó llevar por la ira,
desenvainó su espada y gritó:
“Podría matarte por tu impertinencia”.
“Eso”, repuso el monje con calma, “es el infierno”
Desconcertado al percibir la verdad en lo que
el maestro señalaba con respecto a la furia que lo dominaba,
el samurai se serenó, envainó la espada
y se inclinó, agradeciendo al monje la lección.
“Y eso”, añadió el monje, “es el cielo”.

La Inteligencia Emocional (1)

La Inteligencia Emocional determina la capacidad potencial que dispone cada persona para adquirir ciertas habilidades prácticas denominadas competencias emocionales. La Competencia Emocional en sí, demuestra hasta qué punto una persona ha sabido o podido trasladar ese potencial a las acciones de su vida cotidiana. Por otra parte, el hecho de ostentar un índice elevado de Inteligencia Emocional no garantiza que se hayan internalizado competencias emocionales específicas necesarias en ciertos entornos.
El psicólogo Daniel Goleman ha sido el principal exponente mundial de la teoría de una Inteligencia Emocional. El término Inteligencia Emocional se relaciona con la capacidad de reconocer los propios sentimientos, igualmente los de los demás, con la finalidad de utilizarlos como guía del pensamiento y de la acción, por ejemplo, para auto motivarse o manejar adecuadamente las relaciones que se mantienen con las demás personas. La inteligencia emocional determina el modo como cada persona se relaciona y entiende el mundo; teniendo en cuenta las actitudes y los sentimientos, engloba habilidades como el control de los impulsos, la autoconciencia, la canalización de las emociones, la confianza, el entusiasmo, la empatía, la persistencia frente a las frustraciones, la práctica de la gratificación prolongada; el motivar a otros ayudándolos a que se desarrollen aprovechando los propios talentos y consiguiendo su compromiso con respecto a los objetivos e intereses comunes. La Inteligencia Emocional comprende una serie de habilidades que el Dr. Goleman caracteriza como "interdependientes, jerárquicas y genéricas". En otras palabras, cada una requiere de las otras para desarrollarse, se sirven de base unas a otras y son necesarias en distintos grados según los tipos de trabajo y las tareas que se cumplan. Anatómica y fisiológicamente la inteligencia intelectual y la inteligencia emocional expresan la actividad de regiones diferentes del sistema nervioso. El intelecto basa su funcionamiento en el neocórtex, el estrato evolutivamente más reciente que recubre la superficie cerebral a modo de capa o manto replegado, mientras que los centros o núcleos emocionales ocupan un lugar inferior al nivel cortical, siendo filogenéticamente más antiguos. No obstante todo lo anterior, la Inteligencia Emocional es el producto del funcionamiento concertado y armónico entre los centros emocionales y las áreas intelectuales.
El Dr. Goleman sistematiza el concepto de Inteligencia Emocional, lo torna científico, exponiendo un marco esquemático o "armazón" de las competencias, talentos, aptitudes y habilidades emocionales personales y sociales, con ejemplos de sus respectivas manifestaciones en la vida cotidiana; proponiendo a su vez el entrenamiento, la puesta en práctica y los recaudos necesarios para lograr realmente los objetivos planificados.
La Competencia Emocional se logra a través de la experiencia misma, vivenciando el accionar de los impulsos, concienciando al mismo tiempo la implicancia de lo que significa "darse cuenta", para comprender los estilos sensorios y las propias reacciones viscerales, asegurando el trabajo que permite el crecimiento de la conciencia emocional. Antes de emprender una capacitación emocional profesional es necesario efectuar ineludiblemente un estudio de factibilidad y adecuación que involucre disposición, grado de motivación, necesidades personales y calidad de compromiso que probablemente asuman los asistentes durante la práctica constante a lo largo del tiempo, tanto individualmente como en los despliegues que realicen en sus respectivos ámbitos (familiar, educativo, laboral).
Inteligencia Emocional y el quehacer docente(2)
H. Nickel, quien presenta un magnífico ensayo sobre la psicología de la conducta del profesor, y cómo ésta se interrelaciona con el mundo de la vida escolar del estudiante, redimensiona la manera como interaccionan los dos (2) principales actores del acto educativo, proponiendo un modelo transaccional entre el profesor y el alumno, en donde variables externas o socioculturales y variables internas o intrapersonales de uno y otro influyen en sus respectivas conductas (Nickel, H., 1.981, p. 96). E. Vasco también piensa que la calidad y las formas de interacción con el saber y en torno a él se ven afectadas por la calidad de la relación entre el maestro y sus estudiantes, y de estos entre sí (Vasco, E., 1.993, p. 30)
Vemos que en el día a día de la labor docente, es en el proceso de enseñanza-aprendizaje-evaluación donde el aspecto afectivo surge como mediador en la relación que establece el docente con sus estudiantes; y no se le puede negar ni excluir porque tal proceso es un suceso humano intersubjetivo que ocurre en un sistema social complejo como lo es, en su sentido más amplio, la escuela, sujeto a las características propias de cada cultura y pudiéndose dar de manera directa o indirecta (entiéndase esto último como todas aquellas acciones curriculares explícitas e implícitas que conocemos hoy como currículo formal y currículo oculto, respectivamente)
Si la dimensión emocional es la clave en las relaciones humanas y la práctica docente se desarrolla en escenarios interactivos, es válido entonces el llamado de atención a todos y cada uno de los que practican la docencia a cualquier nivel, a desarrollar explícita e implícitamente competencias sociafectivas, pues su papel mediatizador redunda en la adquisición de aprendizajes significativos, en el desarrollo emocional y en la convivencia pacífica de los discentes dentro y fuera del aula; pero también en la emocionalidad del propio docente y la eficacia de su labor (Abarca, M; Marzo, L. y Salas, J., 2.002, p. 1).
Las tendencias actuales de la Psicología Educativa sugieren por ejemplo que los profesores, y todo el personal vinculado al sistema educativo, desarrollen competencias como la toma de decisiones oportunas y acertadas; la comunicación asertiva, afectiva y efectiva; la solución de conflictos de manera creativa y exitosa; la cooperación y trabajo en equipo, todo ello dentro y fuera del aula de clases, en relación con los discentes pero también con otros docentes, con el personal administrativo, las directivas de la institución y en general con toda la comunidad educativa. Indiscutiblemente esto requiere que el docente desarrolle su I.E.
Si le damos una mirada desde lo empresarial también encontraríamos explicaciones válidas a esta relación, por ejemplo hoy se sabe que en el ámbito laboral-profesional las competencias intelectuales no son garantía de éxito, son sólo un aspecto que tiene necesariamente que unirse a las competencias sociales y afectivas, pues estas permiten la autosatisfacción de las necesidades emocionales haciendo del trabajador una persona motivada hacia su trabajo, con capacidad para resolver problemas en equipo y con desempeño y resultados de alta calidad entre otros. Los docentes como miembros de una organización educativa no solo en la comunicación y en la solución de problemas deben ser efectivos como se mencionó hace poco, sino también personas con un alto compromiso, identidad y lealtad con la “empresa” que le permita así adueñarse de los proceso, de las ideas y de los cambios dentro de la misma, convirtiéndose esto en una gran ventaja competitiva en el mercado.
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(1). Daniel Goleman. La Inteligencia Emocional. (Notas adaptadas de la obra)
(2) Francisco Javier Vásquez De La Hoz. LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EL QUEHACER DOCENTE. (Adaptaciones)

viernes, 9 de octubre de 2009

¿FORMAR EN VALORES O FORMACIÓN ÉTICA?


“Nadie logra elevar a otro a su propio nivel a no ser que él
Descienda al nivel del otro.” Epist. 11,4 San Agustín

La presente reflexión es un intento conceptual que quiere ser al mismo tiempo práctico en su lectura y de posible aplicación, cumplir con esta exigencia es sin duda una tarea difícil, tomando en cuenta la naturaleza del tema en cuestión. El tema de los valores cuyas raíces se desprenden de la filosofía nos conduce por caminos que en ocasiones puede llegar a confundirnos con relación a nuestros pensamientos y creencias, sin embargo, es necesario reflexionar, ya que esta es la herramienta por excelencia del ser humano, dejar se hacerlo es como negar nuestra propia existencia. Como educadores se hace necesario no sólo ser magníficos didactas o metodológos, sino que también tenemos que hacer producir nuestros pensamientos a través de la reflexión. Esta es una invitación a reflexionar y pensar sobre la importancia de formar en valores a nuestros estudiantes y una propuesta de cómo hacerlo.
I. ¿Por qué formar en valores hoy?
En los últimos 30 años como idea de tiempo atrás y con relativa exactitud, encontramos con mayor frecuencia la presencia de un tema de siempre: los valores y a su lado lo ético, lo moral y la educación de todos ellos. Es común ver a nuestras escuelas de todo tipo y dimensión como ofertan una educación que dice ser diferente a las demás, porque ellos anuncian con grandes carteles “que educan en valores”, esto no sólo se observa en Lima y está ampliamente difundido en todo nuestro País, se lee en Huancavelica, en Ayacucho, en Andahuaylas, así como en Arequipa, Trujillo, Iquitos; es decir, da la impresión que educar de esa “forma” resulta ventajoso e importante para padres y para las mismas instituciones, ¿Por qué?. Detengámonos unos instantes en analizar qué esta sucediendo. En los siguientes párrafos encontraremos algunas razones que así lo explican:
a. Problemática en contexto Mundial: es importante analizar que aunque muchas veces nuestras preocupaciones están centradas en nuestros estudiantes y en nuestras instituciones educativas, como personas y como País vivimos dentro de un contexto mundial que marca de manera permanente una significativa influencia sobre nuestros comportamientos individuales y sobre los comportamientos de las sociedades y grupos humanos.
i. Globalización: mucho se ha hablado al respecto, históricamente se dice que la globalización para nuestro continente se inicia con el Descubrimiento de América, a partir de ese momento, la influencia de un mundo culturalmente distinto se hace frecuente y se hace poderoso. En apenas medio siglo después ya se usaba otro tipo de vestimenta, un idioma distinto, formas de vivir los valores de manera distinta de las originales antes de esta penetración cultural. Para muchos se atropella un mundo y una cosmovisión que para los Europeos era ininteligible, lo mismo que nuestros pobladores originarios de América. Este fenómeno ha ido variando en sus formas pero sobre todo hoy en día ha variado en la velocidad de sus medios. Antes se tardaban meses para que la influencia llegara hasta estas tierras americanas hoy en día no tarda más que sólo segundos. Hoy la globalización no se circunscribe a un afán expansionista territorial, sino a un afán expansionista económico, comercial, cultural, moral. Este intercambio cada vez más rápido y abundante, es un intercambio desigual, porque no se da en equidad de condiciones. Son predominantemente algunas naciones poderosas económicamente quienes ejercen y aprovechan este fenómeno, mientras que los países menos poderosos económicamente poco o nada pueden hacer, son sujetos pasivos de esta avalancha destruyendo sus identidades. La globalización es un fenómeno real, pero con un sentido unilateral y con pocas probabilidades de ser justo y equitativo. Se manifiesta en todas las esferas del desarrollo: economía, educación, comercio, moral, etc. A partir de esta breve descripción podemos llegar a la conclusión entonces que la globalización es un factor influyente que gravita sobre nuestros esquemas de pensamiento, sobre nuestra forma de pensar lo humano y por supuesto sobre nuestra forma de pensar la educación que vivimos y que desarrollamos. La influencia de lo que ocurre en el mundo es algo que nos afecta y cada vez con mayor rapidez por los medios que existen hoy en día.
ii. Postmodernidad: La postmodernidad surge a partir del momento en que el occidente toma conciencia de que lo moderno ya no es válido, la modernidad se basa en la idea o ilusión del progreso a partir, sobre todo, de las posibilidades de la ciencia y la técnica. Este proyecto se viene a abajo con las dos guerras mundiales... No sólo se rechaza un tipo de pensamiento, sino un estilo de vida. De acuerdo a A. Simons sj (2000) señalaremos los siguientes rasgos:

  • Esta época se caracteriza por un desencanto o decepción respecto de la razón, la razón como pensamiento fuerza se ha ido abandonando para ir cayendo en una visión pragmática y utilitarista no en beneficio de la humanidad sino en perjuicio de ella. Instrumentalizando al ser humano.
  • El pensamiento es débil, vale decir sin ideas que den fuerza a la humanidad, que alimenten un motivo, un ideal de esperanza.
  • Declara el fin de las utopías, las ideas de cambio que surgieron en la modernidad y que fracasaron como proyecto, han generado un desaliento y descrédito, hoy no se cree en utopías, en nobles ideales, en alcanzar la justicia, la igualdad o la fraternidad. No es de valor ni tampoco es juzgado como valioso el hecho de perseguir y construir la honradez, pocos creen en ella, resulta más sencillo y más creíble tomar al robo y el soborno como valor común.
  • La historia pierde sentido, se pierde el horizonte, no hay visión de futuro, el pasado no es “útil” no nos sirve, resulta valioso vivir el presente, el futuro “ya se verá”; En el plano social no interesa hacer conexiones entre los acontecimientos, lo importante es vivirlos para bien o para mal, no nos une nada, somos países sin naciones.
  • Se busca la inmediatez del presente, el pensamiento de fruición domina la escena del hombre, el “aquí y ahora” hay que disfrutar los momentos de la vida “mañana puedo estar muerto”, la felicidad no es una construcción, menos un ideal, sólo son situaciones presentes y se ha reducido a lo que el placer o el bienestar inmediato nos proporciona.
  • Es el tiempo del Yo, las sociedades y el hombre, giran en torno a cómo se hace éste mejor y cómo puede disfrutar mejor, es el tiempo del cuidado del Yo, de las dietas, de los ejercicios, de la meditación, de los gimnasios, de la autorrealización, pero sin una visión de futuro social, sino intimista, es la época del crecimiento del Yo individual, dejando del lado el Yo colectivo.
  • Se vive de consensos blandos, temporales, nada es para siempre, “porque todo puede terminar mañana”, por lo tanto es fácil de renunciar a ellos, además que siempre se anda pensando en uno y no en los demás. Esto último hace más sencilla la tarea de disolver acuerdos. Se puede hablar de una ética débil o diría más bien de la moralidad débil.

¿Qué tanto de estas características están presentes en nuestras vidas, en nuestra manera de educar, en nuestra forma de ser y de los demás?

martes, 18 de agosto de 2009

Formación Ética del Docente (Última parte)

A. FORMACIÓN ÉTICA DEL ESTUDIANTE PERUANO
La Propuesta de Formación Ética surge a partir del Programa Nacional de Emergencia Educativa (2004). Uno de los ejes de este programa es la atención a la crisis ético moral que vive la sociedad. En los últimos veinticinco años los acontecimientos políticos y sociales que ha vivido nuestro país, han puesto de manifiesto la profunda confusión ético-valorativa de los ciudadanos, especialmente de aquellos que tienen acceso al poder. Por ejemplo, los años de violencia política vivida en el país atentaron contra la dignidad humana, el desarrollo social y los derechos fundamentales de miles de peruanos. Esto ha traído efectos negativos en el desarrollo personal y moral; en la actualidad predomina una visión individualista de la vida, desarraigada de sus orígenes y lazos comunitarios. Las personas son, muchas veces, indiferentes al sufrimiento del otro, tienen poca fe en las instituciones sociales y no se encuentran motivadas para la participación política y social.
La crisis en el campo ético moral no es sólo una “pérdida de valores”, ya que la ética no es un conjunto de valores o virtudes que en algún momento las personas tuvieron y que han perdido y necesitan recuperar. La formación ética no es simplemente la adquisición de las normas sociales o culturales, ni la clarificación individual de los gustos o preferencias de cada persona, sino un proceso de desarrollo de las capacidades de reflexión, razonamiento, empatía, toma de perspectiva y resolución de problemas, y de las habilidades necesarias para hacer elecciones autónomas. Interesa formar ciudadanos, personas capaces de reconocer lo justo sobre lo injusto, de ponerse en el lugar del otro para reconocer su dignidad como ser humano, y de elegir el mejor curso de acción a seguir en situaciones potenciales de conflicto.
La formación ética consiste en aportar las condiciones necesarias para que los estudiantes logren una madurez tanto en su capacidad de razonar, como en el manejo de sus emociones, con la finalidad de desarrollar una conciencia ética que permita dar coherencia a sus pensamientos y acciones. Se trata de una educación que apunta a desarrollar las capacidades de juicio y discernimiento, así como la empatía y la habilidad de ver y entender el punto de vista del otro, en lugar de una educación que simplemente instruya a los estudiantes sobre normas y convenciones sociales.
Muchas veces la formación ética se ha dejado al sentido común y a la iniciativa ocasional de cada docente. Sin embargo, aunque todos los profesores son educadores éticos, y todas las áreas curriculares son espacios para esta formación, para ella hace falta mucho más que la buena voluntad. Adicionalmente, no basta los aprendizajes en el aula, sino que el desarrollo moral de los estudiantes deben darse en otros espacios más allá de la escuela.
La formación ética demanda de nosotros, hoy más que nunca, referentes claros, una preparación específica de los docentes en el tema y un compromiso de todos los actores e instituciones. Requiere claridad en los fundamentos conceptuales y pedagógicos que nutren y dan vida a las propuestas educativas, a la vez que un proceso de reflexión continúa que tenga como mira constante orientar los actos hacia fines y valores compartidos, que resguarden la dignidad humana, la vida y el bien común.
Muchas veces la formación ética se ha dejado al sentido común y a la iniciativa ocasional de cada docente. Sin embargo, aunque todos los profesores son educadores éticos, y todas las áreas curriculares son espacios para esta formación, para ella hace falta mucho más que la buena voluntad. Adicionalmente, no basta los aprendizajes en el aula, sino que el desarrollo moral de los estudiantes deben darse en otros espacios más allá de la escuela.
La formación ética demanda de nosotros, hoy más que nunca, referentes claros, una preparación específica de los docentes en el tema y un compromiso de todos los actores e instituciones. Requiere claridad en los fundamentos conceptuales y pedagógicos que nutren y dan vida a las propuestas educativas, a la vez que un proceso de reflexión continúa que tenga como mira constante orientar los actos hacia fines y valores compartidos, que resguarden la dignidad humana, la vida y el bien común.
La Propuesta asume que las personas crecen éticamente. Todos los seres humanos tienen el potencial de desarrollarse como personas morales. Los niños, niñas y adolescentes, aunque no tienen conceptos éticos plenamente desarrollados, se hacen preguntas sobre el fin último de las cosas, cuestionan la realidad en la que viven y están siempre atentos y en búsqueda de respuestas para cada una de sus interrogantes. Entonces, el desarrollo ético es una progresión hacia una cada vez más elaborada capacidad de hacerse preguntas sobre el sentido de la vida y las normas de convivencia, así como de esbozar y poner en práctica respuestas para ellas.
Parte de este crecimiento ético es la capacidad de evaluar situaciones y emitir juicios sobre ellas, distinguiendo lo correcto de lo incorrecto desde el punto de vista moral. A esto se le denomina desarrollo del pensamiento moral. Desde muy pequeños, los niños diferencian lo bueno y lo malo; más adelante comprenden la importancia de los amigos y el grupo social y comienzan a entender el sentido de la armonía y la convivencia y l significado de los compromisos Luego extienden esta comprensión hacia toda la sociedad y asumen el sentido de las normas y leyes sociales. Ya adultas, las personas son capaces de interrogarse sobre distintas formas de organización social, deliberar sobre problemas y conflictos éticos y tomar acuerdos que resguarden un punto de vista de valores o principios éticos universales. (Valores para un país democrático: PROPUESTA DE FORMACIÓN ÉTICA. Comisión Pedagógica de Formación Ética del Ministerio de Educación del Perú, 2005)
LA FORMACIÓN ÉTICA DOCENTE
En toda esta reflexión hemos aludido al rol del docente en cada uno de los aspectos abordados y tenemos que concluir pensando en los docentes haciendo una reflexión acerca del Documento de la PREAL, N° 41, Julio 2008. De Michael Barber, Mona Mourshed. Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos. En el citado documento se afirma que: Los sistemas educativos con más alto desempeño atraen en forma constante gente más capacitada a la carrera docente, lo que lleva a su vez a mejores resultados académicos. Esto se logra por medio de un ingreso a la capacitación docente altamente selectivo, procesos efectivos de selección de los aspirantes más apropiados y buenos salarios iniciales (aunque no extraordinarios). Con estas premisas se eleva el estatus de la profesión, lo que facilita la atracción de candidatos aún mejores.
La propuesta de formar éticamente a nuestros docentes no es una utopía más, es la certeza que el gran cambio en educación y la transformación social de nuestros pueblos nace del docente y vuelve a él.
De una vez y por todas tomemos la decisión de fortalecer la formación docente inicial y en servicio, y busquemos además las herramientas normativas que garanticen que una propuesta tan importante como la formación ética sea sostenible en el tiempo y por encima de los cambios de administraciones y gobiernos.
La gran transformación de nuestros pueblos viene de una educación de calidad con equidad, pensada en los hijos del pueblo, en las poblaciones menos favorecidas, excluidas y postergadas históricamente, por todos y todas ellas, es imperativo desarrollar y aplicar la propuesta de formación ética de los docentes.

B.

domingo, 9 de agosto de 2009

Formación Ética del docente (tercera parte)

ENSEÑAR NO ES TRANFERIR CONOCIMIENTOS (Paulo Freire) Enseñar es crear posibilidades para su propia construcción por lo tanto: El docente debe ser abierto a: las indagaciones – curiosidad sin inhibiciones - El docente debe ser crítico - El docente debe ser indagador - El docente debe ser humilde
  • ENSEÑAR EXIGE CONCIENCIA DEL INACABAMIENTO
  • ENSEÑAR EXIGE EL RECONOCIMIENTO DE SER CONDICIONADO: la persona es un ser condicionado pero consciente de su inacabamiento. El condicionamiento puede ser superado, el determinismo NO.
  • ENSEÑAR EXIGE RESPETO A LA AUTONOMÍA DEL SER DEL EDUCANDO
  • ENSEÑAR EXIGE UN BUEN JUICIO: exige de mí una reflexión crítica permanente sobre mi práctica, a través de la cual yo voy evaluando mi propio actuar con los educandos. Las cualidades o virtudes son construidas por nosotros al imponernos el esfuerzo de disminuir la distancia que existe entre lo que decimos y lo que hacemos (coherencia).
  • ENSEÑAR EXIGE HUMILDAD, TOLERANCIA Y UNA LUCHA EN DEFENSA DE LOS DERECHOS DE LOS EDUCADORES.
  • ENSEÑAR EXIGE LA APREHENSIÓN DE LA REALIDAD: la capacidad de aprender, no sólo para adaptarnos sino sobre todo para transformar la realidad, para intervenir en ella y recrearla, habla de nuestra educabilidad. Antes que nada mi posición debe ser de respeto a la persona que quiere cambiar o que se niegue a cambiar. No puedo negarle ni esconderle mi posición, pero no puedo desconocer su derecho a rechazarla.
  • ENSEÑAR EXIGE ALEGRÍA Y ESPERANZA: clima y atmósfera del espacio pedagógico, siempre deben ser una preocupación. No podemos eximirnos de la esperanza porque es humana.
  • ENSEÑAR EXIGE LA CONVICCIÓN DE QUE EL CAMBIO ES POSIBLE: Se necesita ir “leyendo” cada vez mejor la lectura del mundo. No puedo de ninguna manera dejar de considerar su saber hecho de la experiencia. Su explicación del mundo, de la que forma parte la comprensión de su propia presencia en el mundo. No puedo imponer arrogantemente mi saber como “verdadero”.
  • ENSEÑAR EXIGE CURIOSIDAD: una práctica como negación de la experiencia formadora es la que dificulta o inhibe la curiosidad. Los procedimientos paternalistas o autoritarios impiden o dificultan el ejercicio de la curiosidad.
    Tomando en cuenta lo mencionado, entonces nos corresponde ingresar más de fondo a la Formación ética en el sistema educativo.

LA FORMACIÓN ÉTICA EN EL SISTEMA EDUCATIVO
Los diversos sistemas educativos asumidos por los países han desarrollado desde distintas perspectivas el abordaje de la formación de los estudiantes y de los docentes, en especial sobre aquellos aspectos que constituyen los aspectos más esenciales de la persona, me refiero a los valores de la persona y a la ética como la disciplina aplicada de los mismos.
Lo que la experiencia ha demostrado es que en la formulación de programas de formación, así como en los aspectos curriculares se pueden leer los enunciados al respecto, sin embargo, aún resulta difícil contar con información lo suficientemente válida para sostener si esos programas o competencias curriculares han dado los resultados esperados. Por supuesto que los impactos son de mediano y largo plazo y seguramente en muchos casos aún están siendo trabajados.
Dentro de estas propuestas podemos enumerar algunos tipos:
a. A través de inclusión de asignaturas. Esta perspectiva obedece a una lógica cognitiva, considerando que el aprendizaje de conceptos y postulados son suficientes para que sean asimilados o incorporados a los comportamientos.
b. A través de perspectivas mixtas (asignaturas – talleres). Se agrega a las asignaturas espacios en las que se propicia la discusión y el análisis, así como el ensayo o entrenamiento en algunos comportamientos.
c. Transversalización del contenido. Algo ya habíamos mencionado anteriormente, y está referido a como desde determinado concepto o conceptos transversales se dejan visualizar en los distintos espacios educativos estas intencionalidades con la finalidad de cubrir toda oportunidad de desarrollarlos.
d. Uso de herramientas reflexivas. Esta perspectiva no busca trabajar conceptos o contenidos específicos, sino utiliza los contenidos y prácticas en uso para que a partir de ellas se desarrolle un conjunto de herramientas que permitan una reflexión, que va desde la identificación del problema (realidad), pasando por el análisis, autoanálisis, contrastación, extrapolación, aplicación y vuelta a la realidad. Los procesos reflexivos son una herramienta que regula nuestros comportamientos profesionales.
Deseo detenerme en este punto, para sostener que en mi experiencia en educación en sus distintas modalidades, he aprendido que durante muchos años hemos sostenido la importancia del conocer y luego la importancia de hacer práctica de lo conocido, en ocasiones en el vacío. Los procesos reflexivos parten de la realidad y regresan a ella, y esto es muy valioso en educación.
En mi búsqueda de lograr que nuestras actitudes y comportamientos den un giro hacia los valores morales o éticos que todos aspiramos hoy en día, me encontré con conceptos valiosos y que han logrado que mi visión del problema cambie.
Según Aristóteles se entiende la ética como saber práctico, trata de orientarnos sobre qué debemos hacer para conducir nuestra vida de un modo bueno y justo, cómo debemos actuar, qué decisión es la más correcta en cada caso concreto para la que la vida sea buena en su conjunto. Intenta mostrarnos cómo conducirnos adecuadamente en el conjunto de nuestra vida. (Cortina, 2001). Desde esta tradición es la voluntad y la conciencia la que ejerce dominio sobre nuestras conductas. Sabemos empíricamente que esto no funciona siempre con la misma eficiencia y con la misma frecuencia. Por ello pensar en desarrollar en la formación docente procesos reflexivos, se convierte en una posibilidad que nos acerca a esta vieja aspiración de vivir éticamente, vale decir haciendo lo correcto, lo bueno y lo pleno.
La ética entonces no es un conjunto de reglas o normas en especial, sino es el ejercicio permanente de reflexión sobre nuestras propias prácticas de vida. En ese intento de hacer realidad nuestros sueños en el año 2005 en el Ministerio de Educación (MED) del Perú se conformó una comisión de trabajo para elaborar la propuesta de formación ética del estudiante, con el objetivo de lograr en los estudiantes vivir los valores y la ciudadanía.

martes, 9 de junio de 2009

Formación Ética del docente (segunda parte)

¿QUÉ REQUERIMOS EDUCATIVAMENTE HABLANDO PARA ENCARAR LOS RETOS DEL SIGLO XXI?
Uno de los conceptos educativos tal vez de mayor trascendencia en los últimos tiempos es el de COMPETENCIAS.
Por ello me atrevo a hacer algunas reflexiones al respecto, en la dirección que desde mi punto de vista se constituye en una herramienta conceptual importante para poder lograr los fines educativos necesarios.
Ante todo lo mencionado, requerimos de competencias que garanticen que en el futuro podremos contar con personas y ciudadanos conscientes de los problemas sociales que nos aquejan hoy en día, dispuestos y capaces de transformarlos.
Y debemos hablar de competencias porque lo que necesitamos, ha de Identificar aquello que necesita cualquier persona para dar respuesta a los problemas a los que se enfrentará a lo largo de su vida. Por lo tanto, la competencia consistirá en la intervención eficaz en los diferentes ámbitos de la vida, mediante acciones en la que se movilizan, al mismo tiempo y de manera interrelacionada, componentes actitudinales, capacidades, procedimientos y conceptos.
La competencia y los conocimientos no son antagónicos, ya que cualquier actuación competente siempre implica el uso de conocimientos interrelacionados con capacidades, valores y actitudes.
Para poder instrumentalizar las competencia no solo requerimos de un currículo coherente con este enfoque conceptual, sino además requerimos que éstas se “respiren” en los todos espacios educativos previstos y no previstos. Otro concepto que introducimos como importante para este punto es de la Transversalidad, al cual nos referiremos brevemente.

TRANSVERSALIZAR ES IGUAL INVISIBILIZAR?
Para favorecer la imaginación diré que hacer un contenido como transversal es como colocar un filtrante en una taza de agua hirviendo y dejar que su esencia la tiña y luego la colocamos en otra taza y para que produzca el mismo efecto, solo espero que sea suficiente para teñir las tazas que requerimos.
Las tazas son los espacios educativos, el filtrante es un contenido transversal y va dejando su esencia. Pienso que esta figura puede ayudar a entender que cuando transversalizamos un contenido o una intencionalidad - más allá de valorar educativamente que los transversales son una respuesta a los grandes problemas y reflejan también las grandes intenciones educativas para una sociedad - estamos queriendo decir que la transversalización es el deseo de ver reflejada esa intencionalidad en toda acción educativa.
Vale decir para nuestro caso, que entender la formación ética del docente como una competencia transversal, estamos diciendo que deseamos desarrollar esta competencia en especial en toda oportunidad, en todo espacio formal o no formal relacionado o vinculado a la formación docente en general, en otras palabras me refiero a la formación inicial, así como en servicio. En todo espacio deberá estar presente esta intención educativa respecto a lo mencionado.
Se dice con frecuencia en la jerga educativa de los maestros, que hacer de un contenido un transversal es invisibilizarlo, porque al final está en todo pero no está en nada al mismo tiempo, y creo que el problema radica en que no sabemos qué hacer con un contenido transversal, cómo trabajarlo a lo largo y ancho de todos los espacios educativos y en todos los aspectos curriculares.
En primer lugar nos debe quedar claro, que es muy importante elaborar las definiciones operativas de lo que deseamos transversalizar, para nuestro caso, nos debe quedar claro ¿qué entendemos por formación ética? Conceptos que intentaremos desarrollar en los talleres.
Definido el concepto y habiendo encontrado sus indicadores, lo que nos corresponde es colocarlo, como ya lo habíamos mencionado, a lo largo y ancho de todos los espacios educativos. Esto equivale decir, por ejemplo: en un curso de ciencias, ¿cómo colocamos la formación ética del docente?
· En primer lugar sobre los contenidos mismos del curso: ¿éste se presta para tratar de contenidos de ética propiamente?
· En segundo lugar, sobre las actitudes mismas del docente respecto a sus aprendizajes y al uso que dará a los mismos.
No obstante lo mencionado, existe una herramienta que posibilita que la ética sea tratada en todo espacio, estamos hablando de los procesos reflexivos.
¿Qué son? Son herramientas que regulan nuestros comportamientos profesionales y personales a partir de la práctica misma, por tanto, si estas herramientas son de dominio generalizado, son de uso permanente, entonces podríamos garantizar que la Transversalidad de la ética puede ubicarse en todo espacio educativo.
Para poder ingresar a esta dinámica de trabajo docente, considero conveniente apoyarme en Paulo Freire que con gran lucidez define las implicancias actitudinales del docente respecto a su labor de enseñanza.

jueves, 21 de mayo de 2009

Formación ética del docente (Primera parte)

¿POR QUÉ HOY EN DIA HABLAMOS DE VALORES, DE ÉTICA, DE CIUDADANIA Y DE CIVISMO?
Quisiera iniciar estas reflexiones haciendo una revisión de los principales factores, apoyado en el texto “Crisis y replanteamiento de la ética” de Alberto Simons sj; esta anunciada crisis nos hace sentir que los valores y que las sociedades se encuentran muy afectadas y algunas algo colapsadas, veamos:
a. Vivimos una moral de corte relativista, subjetivista, pragmática e individualista, al mismo tiempo una moral tradicionalista, legalista, dogmática y rígida
b. Por otro lado sentimos una crisis del sentido, ya que tanto los porqué y los para qué vivimos (fundamentos y fines) ya no son modelos compartidos socialmente, como tampoco el quién somos. Se ha tenido que recurrir a la filosofía moral para ver si ofrece modelos de fundamentación que valgan para cualquier persona, sea cual fuere su fe religiosa o secular.
c. Conjuntamente con el pluralismo, la diversidad confesional, el agnosticismo y el ateísmo que se van haciendo frecuentes entre nosotros.
d. Enfrentamos nuevos retos y problemas que no encuentran respuestas en la moral tradicional. Problemas que van desde la manipulación genética hasta la injusticia y discriminación social. Políticas pragmáticas.
e. Vivimos una cultura de la imagen. civilización del consumo.
f. Medios socio – culturales en que la violencia de todo tipo se ha vuelto ordinaria.
g. Vivimos en la Inmoralidad – amoralidad – y en la desmoralización.
h. Los medios han tomado el lugar de los fines y viceversa. El bien de las personas y el bien común pasan a segundo lugar.
Hoy se afirma por los científicos sociales que vivimos la etapa de la postmodernidad, y además de lo ya señalado encontramos características que se agregan a los factores ya mencionados:

  • Desencanto o decepción respecto de la razón que se convierte en: utilitarismo y pragmatismo. En consecuencia predomina un pensamiento débil. La postmodernidad no tiene esperanza de cambiar el mundo.
  • Se decreta el fin de las utopías, pues el cambio histórico total es imposible. No se cree en los “metarrelatos”. Fin de la historia – inmediatez del presente.
  • Pensamiento de fruición: disfrutar los momentos de la vida por sí mismos.
  • Esteticismo presentista, capacidad de vivir lo bello en el momento.
  • Tiempo del “YO” y del intimismo, de la meditación trascendental y del cuidado del cuerpo, de las dietas y los gimnasios.
  • Politeísmo de valores y consensos “blandos”: valores múltiples, disminuidos y parciales, de las relaciones nunca plenas. En consecuencia: una Ética débil y provisional.
  • Hiperindividualismo narcisista y hedonista: que se traduce en “el mínimo de coacciones y el máximo de elecciones privadas posibles, el mínimo de austeridad y el máximo de deseo”

Como reacción a las corrientes de estos pensamientos, hoy nos dejan efectos que en un primer momento parecieron buenos y hoy vemos con asombro que no lo eran tanto. Así como ejemplo más cercano, tenemos el de la economía liberal que parecía la solución a las grandes dificultades económicas de la humanidad, por el contrario vemos hoy en día los problemas que viene causando y la necesidad de hacer un control e intervención por parte del Estado.
Nuestras sociedades viven tremendamente influenciadas por estas corrientes de pensamiento y como podemos suponer la educación no escapa a estas influencias. Es interesante observar que en las últimas décadas y en todas las latitudes, en educación han surgido con muchas fuerza, programas, proyectos y propuestas educativas, cuyos énfasis están colocados en la formación en “valores” o en la “educación en valores” o en aspectos vinculados como educación para la ciudadanía, educación cívica, o educación intercultural, entre otras propuestas.

Sin duda, estamos ante la evidencia que algo estamos reclamando en la formación de nuestros niños y jóvenes, pero además, algo está aconteciendo, porque se ha convertido en una oferta de los sistemas educativos como muy necesaria. Hasta podríamos agregar que aquella propuesta educativa que no nos muestra como componente de su oferta el tema de los valores, casi podremos arriesgar a decir, que no es buena o que no es completa.
Hay una necesidad de enfatizar este componente formativo o mejor dicho orientador de la formación de los estudiantes. La paradoja de educar en lo que por esencia contiene ya la educación, es una evidencia de este énfasis, a veces, para mi opinión, desmedida o redundante. La educación aún antes de su formalización con la escuela, siempre fue en valores, no ha existido, ni existirá una educación neutra, exenta de valores, siempre los ha mostrado y ha intentado forjarlos, inculcarlos, catequizarlos o desarrollarlos. Lo cierto es que la educación en todos los tiempos mostró su intención axiológica. Sin embargo, la efectividad de esta intencionalidad no ha sido la esperada y me atrevería a formular algunas explicaciones al respecto:
· Esta intencionalidad, se quedó en ella y no logro su cometido,
· Esta intencionalidad solo fue enunciativa y nunca se concretó en acciones pedagógicas, o
· Fue tan impositiva que ocasionó una reacción contraria
Es por ello, que hoy se manifiesta esta intencionalidad y se declara, y se podría decir que casi todos los sistemas educativos están en la obligación de declararlas. Lo que puede ser una prueba del compromiso de las instituciones educativas ante determinados valores.
Otro aspecto que vale la pena mencionar en estas reflexiones, es el referido a los ciudadanos, a los individuos que forman parte de esta sociedad. Conductas sociales como la violencia, la corrupción, el abuso, la discriminación y la intolerancia, se han constituido en características de casi todas las sociedades, y más evidentes en América Latina. No es necesario mencionar casos, los tenemos casi todos en la memoria y los que no, los medios de comunicación e información se encargan de recordarlos en los noticiarios.

martes, 31 de marzo de 2009

Educación Rural / Educación Intercultural

En muchos parajes de nuestra serranía encontraremos una escuela rural, desde luego también las hay en nuestra amazonia, en los campos y centros poblados de la costa. Se define lo rural, aunque parezca una verdad de perogrullo como aquellos lugares que se encuentran distantes de las zonas urbanas en donde la existencia de los servicios (agua, electricidad, salud, educación, transporte, seguridad, entre otros), de las vías y medios de comunicación, así como de la arquitectura definen su denominación. mientras que en las zonas rurales es frecuente no contar con todos los servicios mencionados y tampoco contar con los medios y vías de comunicación adecuados, generalmente se definen por una arquitectura rústica y por su proximidad a las zonas agrícolas, ganaderas o de extracción minera o de otros recursos naturales.

La educación, entendida como un derecho y como un servicio, debe poder atender a los millones de niños, niñas y jóvenes que se encuentran en edad y en extraedad ofreciéndoles la posibilidad de educarse. Esto implica llegar y coberturar a las poblaciones en todos los ámbitos, vale decir zonas y regiones del país. La educación entonces se desenvuelve en dos ámbitos definidos: una educación en los ámbitos urbanos y otra en los ámbitos rurales.

Desde hace muchas décadas se pensó y diría se viene pensando que la educación en los ámbito rurales debe ser "especial", vale decir, debe desarrollar acciones diferenciadas de una educación que ocurre en ámbitos urbanos, este pensamiento deviene como consecuencia de las características geográficas, naturales, etnográficas y lingüísticas de los ámbitos rurales. Me pregunto ¿Debemos pensar en una educación especial de acuerdo a los ámbitos o debemos pensar en una educación que tenga en su esencia una mirada capaz de atender y comprender al otro en su diversidad y en sus propias cosmovisiones?

Hemos cometido el error de pensar en la educación de acuerdo a los lugares en donde se desarrolla y no en la concepción de comprender a la persona y al conglomerado de personas no por el ámbito donde vive o habita, sino desde sus propias visiones, necesidades y características. en otras palabras, no es el lugar lo que define el tipo de educación, sino sus propias características. Por ello, considero que se debe hablar y por supuesto conceptualizar una educación que debe ser intercultural.

Una educación intercultural (EI), no se pregunta en dónde está la persona, sino quién es la persona. La EI no se determina por el lugar, sino por lo qué es la persona en esencia. No debo preparar una educación especial porque se está a 3500 m.s.n.m, sino porque las personas que habitan esa zona poseen visiones, tradiciones, necesidades y expectativas educativas específicas. Pudiéramos estar en una zona costera o una zona urbana y deberemos hacernos las mismas interrogantes por quienes son sujetos de educación.

¿Los estudiantes de una zona residencial urbana requieren una educación intercultural? La respuesta es si, porque el docente requiere de preguntarse con quien está, quién es él o ella? cuáles son sus visiones, expectativas, sus tradiciones, percepciones del mundo? ¿requeriré de dominar otra lengua para poder entendernos y comunicarnos?

Lo que pretendo denunciar es que no podemos hablar de una educación para los habitantes de nuestra amazonia, de nuestra serranía o de las zonas costeras, no hay una educación para las zonas urbano marginales o urbanas residenciales. La educación es para toda persona y exige de todos aquellos que trabajamos en educación una mirada reflexiva que pregunte y que se interrogue: ¿Con quién estoy, a quién voy a educar y qué necesito para hacerlo con pertinencia? No existe una fórmula pedagógica que nos permita actuar de manera precisa con determinadas poblaciones porque habitan en tal o cual zona. Las fórmulas se construyen con ellos en el lugar que nos toca educar, para ello debemos estar preparados, debemos desarrollar competencias profesionales necesarias para poseer esta visión educativa que logra comprender, aceptar y dialogar con el otro asimilando su mundo, probablemente distinto al nuestro. Reconocer al otro como interlocutor válido es la clave. No es suficiente respetar las diferencias, lo necesario es construir el diálogo que nos permita tener una intervención educativa intercultural. Diálogo entre culturas va más allá que el respeto entre ellas, y la educación tiene un gran desafío, sobre todo en un país con tanta riqueza en su diversidad.

Nuevas Miradas: nuevos rostros


Nuevas miradas: nuevos rostros[1]


Hablar del Desarrollo Humano, es pensarlo dentro de los contextos y no sólo desde los índices estadísticos establecidos, reconocidos y que señalan generalmente los lineamientos políticos de nuestros estados. ¿Qué podemos entender por desarrollo humano dentro de un contexto Latinoamericano? ¿Cómo podemos conceptualizar el desarrollo humano en una realidad como la nuestra en donde el problema no se reduce a cifras estadísticas? Realmente resulta complejo y difícil establecer respuestas claras y contundentes, a pesar de ello correré el riesgo de quedarme en las reflexiones.Parto de la hipótesis que solamente crecemos en humanidad cuando crecemos como personas humanas, para algunos autores bastaría decir que crecemos como personas, ya que el concepto de persona encierra lo que de humanidad tenemos todos, sin embargo, considero que el énfasis está bien puesto. Crecemos como personas cuando logramos autonomía, cuando nuestra dignidad está asegurada y protegida, y cuando la convivencia y toda forma de construcción individual y colectiva están asentadas sobre el diálogo, en otras palabras cuando nos reconocemos recíprocamente uno al otro como interlocutor válido, parafraseando a Etxeberría en un respeto profundamente empático.Intentos Sociales de Desarrollo HumanoCasi en las últimas dos décadas hemos presenciado una creciente preocupación por sacar a la humanidad de su estado actual de pobreza. Los primeros esfuerzos se centraron en los cambios de la economía en nuestros países: “mejorar los indicadores macroeconómicos”, esfuerzos que han traído como todos sabemos muchos sacrificios sin sentir un cambio real y efectivo en la vida de las poblaciones.La visión anterior sufre un cambio el 13 de septiembre de 2000 en el Quincuagésimo quinto período de sesiones Tema 60 b) del programa de la Asamblea General de las Naciones Unidas con la Declaración del Milenio, en donde los jefes de estado y de gobierno reconocen que todos tienen no sólo responsabilidad con sus sociedades, sino que les incumbe la responsabilidad colectiva de respetar y defender los principios de la dignidad humana, la igualdad y la equidad en el plano mundial. Agregan que tienen un deber que cumplir respecto a todos los habitantes del planeta, en especial los más vulnerables y, en particular, con los niños del mundo, a los que pertenece el futuro.Por otro lado, consideran que determinados valores fundamentales son esenciales para las relaciones internacionales en el siglo XXI[2]:· La libertad. Los hombres y las mujeres tienen derecho a vivir y a criar a sus hijos con dignidad, libres del hambre y del temor a la violencia, la opresión o la injusticia. La mejor forma de garantizar esos derechos es contar con gobiernos democráticos y participativos basados en la voluntad popular.· La igualdad. No debe negarse a ninguna persona ni a ninguna nación la posibilidad de beneficiarse del desarrollo. Debe garantizarse la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y mujeres.· La solidaridad. Los problemas mundiales deben abordarse de manera tal que los costos y las cargas se distribuyan con justicia, conforme a los principios fundamentales de la equidad y la justicia social. Los que sufren, o os que menos se benefician, merecen la ayuda de los más beneficiados.· La Tolerancia. Los seres humanos se deben respetar mutuamente, en toda su diversidad de creencias, culturas e idiomas. No se deben temer ni reprimir las diferencias dentro de las sociedades ni entre éstas; antes bien, deben apreciarse como precisados bienes de la humanidad. Se debe promover activamente una cultura de paz y diálogo entre todas las civilizaciones.· El respeto por la naturaleza. Es necesario actuar con prudencia en la gestión y ordenación de todas las especies vivas y todos los recursos naturales, conforme a los preceptos del desarrollo sostenible.· Responsabilidad común. La responsabilidad de la gestión del desarrollo económico y social en el mundo, lo mismo que en lo que hace a las amenazas que pesan sobre la paz y la seguridad internacionales, debe ser compartida por las naciones del mundo y ejercerse multilateralmente. Por ser la organización más universal y más representativa de todo el mundo, las Naciones Unidas debe desempeñar un papel central en ese respecto.Esta percepción de revertir la pobreza, mejorar las condiciones de vida sufre un giro en la Cumbre del Milenio y apuntan a generar desde cada una de las naciones los siguientes objetivos:


1. Reducir a la mitad de la pobreza extrema y el hambre.


2. Lograr la enseñanza primaria universal.


3. Promover la igualdad entre lo sexos y la autonomía de la mujer.


4. Reducir la mortalidad infantil.


5. Mejorar la salud materna.


6. Combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades.


7. Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente.


8. Fomentar una asociación mundial para el desarrollo, con metas para la asistencia, el comercio y el alivio de la carga de la deuda.


Esta nueva percepción del problema nos acerca más a lo humano, nos permite reconocer que los cambios deben evidenciarse en los rostros de cada una de las personas que cohabitan nuestros espacios.Si bien es cierto que las metas señaladas apuntan a lograrse en el año 2015, en el transcurso de estos cinco años, hay muchas probabilidades que muchas de ellas se queden a mitad de camino:· Actualmente, 1,200 millones de personas luchan todos los días por sobrevivir con menos de un dólar norteamericano, por día, o sea, casi el mismo número que hace un decenio[3]


En 1990 se estableció el objetivo “educación para todos” que debía lograrse para el año 2000. es alentador que la brecha de educación entre ambos sexos se haya reducido a la mitad, pero la triste verdad es que en el decenio de 1990 sólo se logró una décima parte del progreso necesario. No hay que sorprenderse que el objetivo se haya trasladado al año 2015; sin embargo, al paso que se marcha, si no se cuadruplica el ritmo de progreso, tampoco se podrá cumplir con esta promesa de garantizar la educación de todos los niños.[4]· Los progresos en materia de mortalidad materna e infantil, la nutrición, acceso al agua potable salubre e higiene adecuada del medio perdieron dinamismo en el decenio de 1990 en comparación con decenios anteriores. Esto debido a la epidemia del SIDA, resurgimiento de otras enfermedades (el paludismo y la tuberculosis) y las deficiencias de los servicios sanitarios, que han empeorado de manera señalada las condiciones en el decenio de 1990.[5]· Los cálculos de costos de la UNICEF, el Banco Mundial y la OMS, sugieren que la consecución de la mayor parte de los Objetivos del Desarrollo del Milenio para 2015 requerirá de una cuantía adicional de 50 000 millones de dólares por año en concepto de asistencia para el desarrollo. Ello significa que habrá que duplicar el nivel actual de la ayuda. Aunque puede parecer elevada en términos absolutos, esta cifra representa alrededor del 0.2% de los ingresos de los países donantes.[6]


¿Qué está sucediendo entonces?


He tomado como referencia algunos documentos de las Naciones Unidas como más representativos de las grandes aspiraciones de la humanidad, y a pesar de estas aspiraciones vemos con sorpresa, que las cosas no han cambiado sustantivamente. Hablar de compromiso de las naciones, debería sonarnos como palabras altisonantes, de fuerza y obligación. Sin embargo, estos compromisos luego de transcurridos varios años, no han tenido impacto significativo en las naciones más necesitadas de nuestro planeta. Diariamente las personas, los niños y niñas se siguen muriendo de hambre, no llegan al primer año de vida y las diferencias establecidas por nosotros mismos los hombres siguen existiendo y se sigue persiguiendo a las personas por sus ideas o creencias y las muertes y desapariciones sin explicación siguen dándose.


¿Por qué resulta tan difícil cambiar las cosas?


Hemos visto como se necesita duplicar los esfuerzos para la ayuda, estas cantidades que suenan exorbitantes, constituyen apenas el 0.2 % de los ingresos de los países donantes.


¿Qué es lo que no está funcionando?


Como respuestas podemos intentar algunas que se quedan en generalidades: los gobiernos y gobernantes tienen otros intereses que no son las personas y su pueblo; la deuda externa resulta eterna y asfixiante; el precio de petróleo y los intereses económicos; los afanes expansionistas de algunas naciones por generar mayores ganancias; y muchas otras respuestas que escuchamos.


¿Excusas o realidades?Camino a una propuesta


Un criterio muy importante y además muy necesario en la construcción de una propuesta que pretende ser social, está referido a la construcción de mínimos, estos mínimos se convierten en principios reguladores elementales que a su vez se traducen en obligaciones y responsabilidades, que deben nacer de un proceso participativo y de un sentir que envuelve e involucra a la colectividad. Además se pretende que puedan guiar la gestión de los asuntos públicos. Esta construcción no tiene la intención de que estos mínimos supongan mundos aislados y desconectados, sino por el contrario, faciliten la comunicación y el diálogo entre culturas. Asumir estos reguladores mínimos pretende cuidar la esencia humana de una sociedad porque busca que se posibilite la convivencia y por tanto que se cuide la humanidad y que se preserve su propia condición. Con relación a estos mínimos A. Cortina (2000), nos dice en su texto Ética Mínima: “por eso algunos éticos nos hemos refugiados humildemente en una ética de mínimos, y nos limitamos a decir a nuestros oyentes y lectores: al decidir las normas que en su sociedad van a regular la convivencia, tenga en cuenta los intereses de todos los afectados en pie de igualdad, y no se conforme con los pactos fácticos, que están previamente manipulados, y en los que no gozan todos del mismo nivel material y cultural ni de la misma información; porque – por decirlo con John Rawls - usted está convencido de la igualdad humana cuando habla en serio sobre justicia: o cuando ejecuta actos de habla con sentido, por decirlo con la ética discursiva; haga pues el respeto a la igualdad una forma de discurso normativo y de vida”. Adela Cortina, nos pide en otros términos la exigencia de una coherencia que se construya a partir del reconocimiento del otro y en la aceptación de sus diferencias.


Nuevas Miradas


Intento demostrar que las soluciones a los problemas del desarrollo humano que hemos evidenciado en la primera parte son ricas en intenciones y “compromisos” pero pobres en su capacidad transformadora porque no llegan al fondo del asunto, y mi hipótesis es que tenemos que cambiar la mirada del hombre para redescubrir esos nuevos rostros. No existen nuevos rostros, son los de siempre. El hombre discriminado y postergado que aparece de pronto en nuestro escenario, no es nuevo, es el de siempre, siempre existió, excluido, oculto, invisible, agazapado, lo hemos visto por nuestro lado cientos de veces, pero hemos sido incapaces de mirarlo de verdad. Nuestras miradas están enturbiadas, las miradas de nuestros gobernantes no ven lo que debe ver, no es un problema únicamente de mayor o de menor presupuesto, es un problema que tiene que ver directamente con nosotros.


¿Estamos creciendo en humanidad?


Intentamos cambiar nuestras sociedades, ofrecemos al mundo nuevas leyes, reglamentos y declaraciones oficiales, pero quienes ejecutan todas estas intenciones somos nosotros, en nuestras manos está el poder cambiar las cosas y no me estoy refiriendo únicamente a los presentes, me refiero a ese “nosotros” que involucra a todos los que formamos parte de la humanidad. Esa persona que maneja los destinos de un país, el presupuesto de un país, los políticos que declaran y hacen de las ideas una vida, a todos ellos y a nosotros nos hace falta cambiar nuestras miradas.Construir una sociedad que trabaje por el desarrollo humano, no le hace falta descubrir o aceptar que existen nuevos rostros, ellos existieron desde siempre, nos hace falta cambiar nuestra mirada, la forma de leer el mundo, la forma de leer el problema humano. Podemos empezar estas nuevas reflexiones desde la construcción de mínimas exigencias, supone también la existencia de una ética de mínimos que facilite la armonización y la regulación en su ejercicio. A continuación una propuesta de mínimos en aras de una cultura diferente, de una sociedad más justa, de una sociedad que viva una cultura de paz, de una sociedad que reconozca a la persona como valor y a su desarrollo como objetivo. A continuación algunas reflexiones al respecto:


a) No Discriminación: una de las bases fundamentales del reconocimiento de la persona se sustenta en la inclusión de la persona en todo proceso social, lo contrario supone el ejercicio de una discriminación negativa o el empleo de la exclusión. La discriminación o exclusión de la persona supone la negación de su existencia: se existe bajo determinadas condiciones y se deja de existir (no ser tomado en cuenta) cuando se obvia la presencia de la persona. No existe daño más profundo para la persona cuando sufre actitudes o políticas que discriminan negativamente, excluyen o marginan. Discriminar es negar a la persona misma, por lo tanto negar su valor y existencia. Se propone como condición mínima para una cultura de paz, la exigencia de prácticas no discriminantes ni excluyentes. Sentirse tomado en cuenta refleja la aceptación de nuestra condición natural humana, es un reconocimiento a la persona misma.


b) Valor de la persona: en el mundo de valores que vivimos encontramos que la práctica social cotidiana y frecuente, coloca en el centro de sus valoraciones y apreciaciones a valores de distinto origen, pero en el centro no está precisamente el valor de la persona, sino otros. Cuando tomamos decisiones, cuando los gobiernos toman decisiones, con poca frecuencia se considera el valor de la persona por encima de otros. Cuando se habla del valor de la persona, nos referimos fundamentalmente al valor de su ser, es decir, a su valor intrínseco, al valor que le confiere su propia existencia por el solo hecho de ser. La persona no es valiosa únicamente por su poder o por su tener, sino esencialmente por su ser mismo.


c) Equidad en el trato, en la relación y en las oportunidades : esto es una consecuencia de lo anterior porque implica el reconocimiento de la persona y el ejercicio de prácticas no discriminantes e inclusivas, por otro lado, tiene que ver con el sentido de justicia, desde la perspectiva puramente humana y no necesariamente legal o contractual, sentido de justicia que se adquiere por el mismo hecho de ser humano, lo que me corresponde por ser humano, es la condición misma la que me hace justicia.


d) Participación en la gestión de los asuntos públicos a todos los niveles: Esta es una condición muy importante, no por ser únicamente una práctica que reconoce todo lo anteriormente propuesto, sino porque es una vía que consolida la construcción de una democracia, todavía muy incipiente en nuestras sociedades. A continuación presentaré un breve desarrollo de esta condición:- Fortalecimiento de la democracia: el ejercicio de la participación va más allá de una cuestión coyuntural o circunstancial, es una práctica, que nos involucra en los procesos sociales, que además nos va generando identidad con nuestros propios procesos de desarrollo social e identidad con un proceso de construcción. Nos da un sentido de pertenencia, cuando sentimos que pertenecemos, nos reconocemos personas, nos sabemos protagonistas de procesos. Todo ello consolida nuestras democracias, porque identificamos con claridad la búsqueda del bien común. Pretendemos vivir en democracia, pero esta se resume, a un solo aspecto de la participación y que es el que generalmente se emplea: participación electoral. Si la participación se reduce a ello y la democracia también, entonces podríamos afirmar que no tienen ninguna importancia para el desarrollo de una sociedad.- Oportunidad de crecimiento: los procesos de participación nos permiten experimentar un crecimiento en el sentido de fortalecer nuestra autonomía, y la fortalecemos cuando sentimos que hacemos uso de nuestras decisiones, de nuestros criterios y argumentos que sostienen una posición ante los distintos procesos sociales que vivimos. Desarrollar nuestra capacidad de autonomía, es también desarrollar un nivel alto de madurez y responsabilidad ante nuestras propias decisiones participativas.- Realización de la persona en ejercicio de su autonomía: el desarrollo de la autonomía a través de las prácticas participativas, constituye la satisfacción de una de las necesidades más importantes del hombre y de la mujer y que además nos distinguen de otros seres vivos, me estoy refiriendo a la vivencia de la libertad, entiendo libertad como el uso de nuestras capacidades, actitudes, pensamientos y sentimientos bajo criterios de moralidad, debe leerse también bajo criterios sociales de convivencia. Ejercer nuestra autonomía a través de la participación constituye una forma de realización individual y colectiva- Acceso igualitario a la información y a la educación: esta condición supone también una igualdad de posibilidades y oportunidades, al alcance de todos. El acceso a la información y educación está sujeto a las posibilidades económicas de los usuarios, poblaciones carentes de recursos económicos no tienen acceso a la información y educación en igualdad de condiciones. Esta desigualdad. marca y contradice toda posibilidad de desarrollo de una sociedad y en consecuencia de la persona. El Acceso no se restringe a una condición de alcance, sino a una condición de igualdad en términos de calidad (respuesta a la realidad) y cantidad (número de horas y años de estudio necesarios). Lo contrario, lleva a mantener poblaciones marginadas, excluidas, y además convierte a la información y la educación en un instrumento de poder y de manipulación. Información y educación para todas y todos en igualdad de condiciones.En cada trabajo que se realiza se deposita una esperanza, se intenta sembrar un sueño que puede inspirar o dar ilusiones de vivirlo a quienes lo comparten. En este intento, muchos sueños se han quedado truncos o marchitos, ellos dependen en gran medida de nuestras propias decisiones. Abusando de esta figura, deseo decir, que al compartir mis sueños con una sociedad diferente, con una juventud que construye y que vive plenamente la dinámica de una sociedad, no es otra mi intención, que la de buscar puntos que unan destinos y vidas. En nuestra tierras hay mucho por hacer, existen enormes montañas, tan grandes como los obstáculos que impiden una sociedad democrática, justa y más humana, mirarlas puede ser motivo de admiración o de desaliento, entonces me pregunto. ¿Es el hombre y la mujer más grande que sus propias dificultades o ellas son más grandes que sus voluntades?. No pretendo negar ni soslayar las responsabilidades de nuestros gobernantes, es más, creo que debemos trabajar en la exigencia de hacerlos mirar en nuestros países el rostro de cada uno de los jóvenes, niños, hombre y mujeres, antes que mirar las cifras e intereses, sin embargo, también estoy convencido, que con la misma exigencia debemos mirar nuestros rostros y exigirnos desde donde estamos, ser cada día mejores personas, más humanos, asumir nuestras condiciones mínimas para estar juntos, condiciones mínimas para construir juntos la sociedad que deseamos. Todo esto suena como muy romántico, pero ese romanticismo, es precisamente la característica que la historia de nuestros pueblos ha ido quitando de sus procesos y ha perdido en ello la presencia de la persona del hombre y de la mujer, para dejarnos la presencia de indicadores macroeconómicos, de intereses de la deuda eterna, de las cifras de muertos y de los millones de dólares que la corrupción usa en destruir nuestros sueños y esperanzas de un mundo mejor.No tengamos miedo de soñar, de ser románticos, sin desprender los pies del suelo en el que vivimos, trabajemos por el cambio, por la humanidad, por nuestros propios cambios, trabajemos por una educación y una sociedad con participación democrática, por el respeto irrestricto de la persona, por la construcción de una cultura de paz. No abandonar nuestras causas justas, avanzar sin pausa y sin treguas.


Bibliografía referencial:


BILBENY, Norbert. Por una Causa Común: ética para la diversidad. Editorial Gedisa. 2002. España.LEVINAS, Emmanuel. Humanismo del otro hombre. Editorial Siglo XXI. Tercera Edición. 2001. México.


BÁRCENA – MÉLICH. La Educación como acontecimiento ético: natalidad, narración y hospitalidad. Editorial Páidos. 2000. España.


Etxeberría, Xavier. Sociedades Multiculturales. Editorial Mensajero – Alboan. 2004. España


[1] Mag en Democracia y Educación en Valores. Lic. en Psicología


[2]Asamblea general de las Naciones Unidas (13 de septiembre del 2000). Resolución aprobada por la Asamblea General: Declaración del Milenio. Valores y Principios.


[3] Preguntas Frecuentes: Declaración del Milenio (septiembre de 2000). www.undp.org./spanish/mdgsp/preguntasFrecuentes.html


[4] Ibid.


[5] Ibid.


[6] Ibid.

Acerca del currículo...nuevamente en la reflexión

Imagen pertenece a Foro Educativo (2019) Primera Parte Tal vez sea importante empezar afirmando que el currículo es un instrumento important...