La humanización de la familia fortalece la humanización del trabajo. Los valores que denominamos humanos son los únicos que en su uso frecuente, que en su apropiación voluntaria, nos hace cada día más humanos, nos hace más personas humanas. ¿Son nuestras familias un espacio en donde se vive y se aprenden los valores humanos a lo largo y durante la convivencia? Considero que la respuesta es obvia. Si. Eso nos hace a cada uno de nosotros que provenimos de una familia humana y además cristiana, en portadores y defensores de valores humanos. Defensa, difusión y vivencia de valores humanos en todos y cada uno de los ámbitos en donde nos desenvolvemos y en donde ejercemos nuestros roles sociales.
Lo afirmado anteriormente, coloca a la familia en un rol sumamente
importante y además le coloca la gran responsabilidad, y agregaría, en la
obligación imperativa, de formar a sus integrantes en una sólida convicción para la vivencia de valores humanos. En cada
decisión que se toma en casa, hacemos uso de un conjunto de valoraciones, en
otras palabras, utilizamos como criterio de elección o decisión uno o varios
valores. ¿Cuáles son los valores que determinan frecuentemente nuestras
decisiones cotidianas?
Cuando los padres o los hijos toman una decisión o hacen una elección, se
hace uso de criterios valorativos. En la literatura encontramos valores tales
como estéticos, económicos, políticos, religiosos y también humanos (éticos o universales). Por ejemplo, si como
padres decidimos cambiar un trabajo por otro, utilizando como criterio
principal el económico, quiere decir que estamos privilegiando el valor
económico (mejor sueldo) por encima de otros valores. Naturalmente, el dinero
produce efectos de bienestar, pero fundamentalmente, de bienestar material.
Todos deseamos estar bien y que nuestra familia esté bien, pero el énfasis,
incómodo en esta reflexión, es un énfasis material. Es una elección personal, y
no se pretende juzgar a nadie, pero si hacer la reflexión, sobre el uso de loa
valores que humanizan y aquellos que cumplen otras finalidades, pero no
humanizantes.
Ciertamente, podríamos argumentar a favor de una decisión como la
mencionada, sin embargo, el ejemplo busca, hacer un alto en lo cotidiano. ¿El
dinero es importante? Claro que lo es. Pero, analicemos nuestros comportamientos.
En el ejemplo, debemos también sopesar si pasamos de una situación laboral injusta, humillante, indignante, inhuma a
otra justa, dignificante, humanizante. Vale decir, sino es el dinero lo que
determina nuestra decisión, sino que son las ponderaciones valorativas humanas
las empleamos para tomar una decisión humanizante.
Cuando uno de nuestros hijos, en tiempos de hacer una elección
profesional y optar por una carrera, su decisión se orienta por ponderaciones,
en donde se emplean criterios valorativos vinculados a la ubicación social de la profesión, y a la
posibilidad de mayor acceso económico que ofrece la carrera, lo que ellos están
haciendo, es colocar mayor énfasis en valores vinculados a lo utilitario y
económico de una profesión.
Mientras por un lado, deseamos formar a nuestras familias en valores
humanos y cristianos, por otro lado, nuestras decisiones cotidianas, se
sustentan principalmente sobre valores que no son precisamente humanos, sino de
otra índole. ¿Cómo podemos decirnos que somos humanos, si los valores que nos
definen como tales, son empleados en segunda mano y pocas veces en primer
lugar, mientras que los llamados
económicos, utilitarios o estéticos, entre otros, son colocados con ciertos
énfasis en nuestras decisiones?
Vivir los valores humanos, sin duda, es una de las tareas más difíciles.
No obstante, el uso de valores humanos, son la única reserva que permite que
seamos definidos como tales. Todos somos personas, pero no todos somos humanos.
Existen personas con muy poca calidad humana y también las hay con mucha
calidad humana. ¿Qué distingue una de otras?
Sencillamente el uso de los valores. Solo aquellas que en su vida, en sus decisiones, en sus
criterios, en sus elecciones emplean como criterio principal los valores
humanos, serán de una mayor calidad
humana, y aquellos que en sus decisiones emplean muy poco o casi nunca los
valores humanos, serán definidos como poco humanos. Siempre la elección es
nuestra. Nadie puede decidir sobre nosotros, solo nosotros podemos tomar
nuestras propias decisiones, aunque muchas veces sean dolorosas, pero humanas.