sábado, 11 de diciembre de 2010

Monólogo

La oportunidad de reflexionar y renovar sobre nuestros compromisos es permanente, no requiere de un momento especial, pero si nos exige una disposición para hacerla auténticamente.
La tradición, costumbre o creencias nos llevan generalmente en estas épocas a hacer balances de nuestras acciones personales y profesionales en los distintos ámbitos donde nos desenvolvemos, es así que estas fiestas resultan para muchos, propicias para efectuar una evaluación y una renovación de compromisos, pero también cabe una disolución de los mismos.
Para aquellos que sentimos la educación de nuestro país como un centro de nuestras preocupaciones y acciones, puede resultar propicio hacer una balance de nuestro accionar en relación con la educación misma. No es decir algo nuevo, que la situación de la educación de nuestro país requiere y exige una acción y un esfuerzo permanente para lograr su cambio. La dimensión en cantidad de estudiantes es enorme por encima de los 4 millones, la cantidad de instituciones educativas a nivel nacional superan las 30 mil y la dimensión geográfica en las que están distribuidas es tan amplia como el millón doscientos mil ochentaicinco kilómetros cuadrados de nuestra extensión territorial. Estas cifras son nuestra realidad nacional, por ello demanda de todos nosotros un compromiso total para que desde nuestras ubicaciones podamos aportar y construir el cambio.
Sin que esto parezca una excusa, resulta muchas veces que toda medida sea esta regular, no muy buena, o muy buena con relación al mejoramiento de la calidad educativa parece insuficiente y casi no se siente el impacto, sin embargo no es posible dejar de avanzar aunque lo que se haga o se pueda hacer parezca que no ha movido un centímetro la calidad.
¿Cuánto estamos haciendo cada uno de nosotros para mover algunos centímetros la calidad de la educación? Y la pregunta no va únicamente desde un sentido macro o nacional, sino desde nuestras propias ubicaciones personales. ¿Qué propósitos tengo y deseo lograr cuando me encuentro con mis estudiantes, cuando debo generar con ellos aprendizajes, cuando converso con ellos, cuando programo, cuando evalúo sus aprendizajes, cuando desarrollamos algún contenido? ¿Estamos contribuyendo a la construcción de la calidad?
Tiene sentido todo ello, si lo hacemos con claridad de consciencia que estamos construyendo el presente y el futuro de nuestros estudiantes. Esto demanda absoluta preparación, así como cuidado y acompañamiento de nuestros estudiantes.
¿Cuáles son nuestros compromisos con la construcción de la calidad educativa?, ¿Podemos esperar que otros construyan la calidad de la educación mientras nosotros observamos para luego unirnos o por el contrario solo hacer de frente opositor?

Acerca del currículo...nuevamente en la reflexión

Imagen pertenece a Foro Educativo (2019) Primera Parte Tal vez sea importante empezar afirmando que el currículo es un instrumento important...