- La cuestión de atribuir valor de la persona como tema, ha sido abordada desde la perspectiva social, considerando que ella tiene valor, de acuerdo al valor que la sociedad le otorga, vale decir, por tanto, que ese valor es producto de una construcción cultural, social. Desde otra perspectiva, se considera que la persona tiene valor en sí misma, la que se alza sobre las cuestiones sociales y culturales. Desde mi perspectiva, asumimos que la persona es valiosa en sí misma, tiene un valor propio, desde su existencia. No obstante, debemos admitir la influencia que tiene la sociedad sobre la persona y sobre el reconocimiento de su valor en sí misma. Sabemos que existen espacios sociales en las que el valor de la persona está muy considerado y en otros, en donde, parece que la persona fuese invisible ante los ojos de los demás.
- En este análisis,
debemos también analizar el término humano, no como sustantivo, sino como
adjetivo de la persona. Lo humano le da una condición a la persona, no como
especie, sino como condición de humanidad. Así pues, denominar a alguien como
persona, estamos afirmando que es una persona que tiene de humanidad. Ello nos
permite afirmar de algunas personas, que son más humanas que otras. La
condición de humanidad de la persona, dice de los valores que vive, de aquellos
valores que nos acrecientan como más humanos.
- La afirmación anterior, nos conduce a la necesidad de pensar en una sociedad que no haga invisible a la persona, por el contrario, la tome en cuenta siempre, en todo espacio y a lo largo de toda su vida. Para lograrlo, es necesario una educación, en el sentido más amplio del término y en el concepto más abarcativo del término, además, que considere a la persona como un valor de la misma manera y como resultado de ello, habrá nuevas familias, que consideren valiosas a todas las personas.
- Es importante mencionar, que solo somos personas con los demás, y nuestra condición de humanidad, se da solo con los demás, por tanto, cuando hablamos de la importancia y el valor de la persona y su condición de humanidad, este concepto solo cobra sentido, si lo entendemos en relación con los demás. No podemos hablar de persona humana, sin considerar que existimos con los demás, que nos desenvolvemos y nos desarrollamos con los demás.
Ser persona humana en los contextos actuales
- Permanentemente
las personas vamos haciendo valoraciones, ellas tienen que ver precisamente con
los valores que empleamos para tomar decisiones. Cada vez que una persona toma
una decisión ha hecho uso de valores y a ese proceso lo podemos denominar:
valorar. Es imposible tomar decisiones sin emplear algún valor, los valores que
empleamos no son siempre humanos o ético o morales, pueden ser estéticos,
económicos, utilitarios, religiosos, políticos. Lo real es que vamos colocando
en orden de prioridad e importancia personal, cada uno de ellos y según su
orden orientan nuestras decisiones. Por ejemplo, cuando un estudiante decide no
asistir a clases y prefiere ir al cine o verse con algún amigo o amiga, lo que
ha hecho es ponderar las dos situaciones y ha elegido una de ellas. Es probable
que la decisión no sea correcta, eso será un análisis posterior, pero en el
momento que decide no estar en clases, en ese momento cobró en su proceso de
valoración mayor importancia, vale decir, mayor valor el espectáculo
cinematográfico o la charla con su amistad.
- Las
valoraciones no son tan sencillas como se describen, son complejas, actúan
muchos factores que orientan en un sentido o en otro las decisiones de una
persona, no solo tienen una variable, es probable que actúen muchas en
simultáneo, sin embrago, es muy probable que una de esas variables (valor del
hecho, de la situación, de la persona, del significado) sea la predomine por
encima de otras. Decidir por una opción laboral y no por otra pone en juego
muchos valores relacionados con la satisfacción profesional o el desarrollo
profesional, con la satisfacción económica, con el poder, con la expectativa
acumulada, con la necesidad, y en ese proceso valorativo, actúan todas ellas, y
generalmente una de ellas empuja la decisión. Los valores que todos poseemos
nos ayudan a tomar dicha decisión. Por ahora no se trata de juzgar si la
decisión fue o no adecuada, sino de entender, que para cada uno de nosotros los
procesos de valoración ocurren y son permanentes a lo largo de toda nuestra
vida.
- Nuestras
sociedades en la actualidad se caracterizan sustancialmente, por haber cambiado
el orden de los valores. Los valores que hace algunas generaciones eran
considerados importantes y fundamentales, hoy son prescindibles y hasta
“pasados de moda”. No cabe duda, que también hay mucho de influencia de lo que
la sociedad hoy considera importante, y que pasado un tiempo dejará de serlo
también.
- Para citar
algunas situaciones, no es muy difícil, darnos cuenta de la gran preocupación
que existe hoy en día por el cuidado del cuerpo y la salud. Esta situación
denota los avances de la ciencia y la tecnología en materia de salud, prevenir,
cuidar, sanar – aunque en verdad, aún no está al alcance de todas las personas
– pero también observamos lo grandes trastornos de alimentación ( anorexia y
bulimia) vinculados a la percepción del cuerpo y su relación con las exigencias
sociales de lo que debe ser estéticamente; tampoco podemos negar la abundancia
de centros especializados del cuidado del cuerpo (spas) de gimnasios, productos
(vitaminas, adelgazantes, otros), las publicaciones de dietas y fórmulas para
el mismo fin. En suma, hay toda una organización de consumo vinculada al
cuidado del cuerpo y la salud. ¿Se
observaba este comportamiento social cada vez mas generalizado, hace 30 años
atrás? La respuesta es negativa. ¿qué ha sucedido? La respuesta se
sencilla, las prioridades (valores y valoraciones) han cambiado. Hoy en muchos
casos y en uchas familias, es mucho más importante, que otros valores o han
alcanzado el lugar prioritario junto con otros valores.
- Otro
ejemplo, es el vinculado al valor económico (dinero, bienes, riqueza), para muchas
sociedades y personas, el logro económico es una prioridad, alcanzar el
bienestar material se ubica por encima de otras prioridades, se lucha por ello,
se arriesga por ello y se cometen ilícitos para lograrlo. No se trata de juzgar
negativamente al dinero y a los bienes, se trata de darles un lugar adecuado,
ante otros valores, como los valores éticos o humanos, también llamados
universales, según la literatura.
- La
educación, también está envuelta en estos procesos. Queda claro que el
propósito de educar es formar mejores personas, que sean más humanas, mejores
hijos, padres, profesionales, mejores ciudadanos. La escuela, en consecuencia,
sería el mejor espacio para aportar a dicha formación – sin soslayar la
importancia de la familia[1] -
sin embargo, ante ello cabe preguntarse ¿Qué
prioriza la escuela y la educación para la formación de los alumnos? La
educación y la formación en las escuelas, reflexionan permanentemente sobre la
importancia de tener mejores ciudadano y profesionales, criticamos la formación
de autoridades y políticos, pero ¿dónde se formaron? ¿cuál fue el aporte del
sistema educativo a la sociedad que tenemos actualmente? No es un tema
generacional, es un asunto de propósitos que debemos sostener y defender. ¿La educación es la ciencia que forma
personas humanas? Sin duda, la respuesta es sí. La siguiente pregunta es
¿cómo deberá hacerlo? Para no caer en extremos, debemos considerar un punto de
equilibrio. Actualmente, no estamos en ese punto. El énfasis social, político y
familiar en la educación está colocado en la acumulación, manejo de conocimientos,
capacidades, y dominio de competencias – de las que considero que estamos un
tanto alejados – y al mismo tiempo deseamos mejores personas, más humanas, pero
la dedicación a ese propósito es desproporcional con relación al primero. Creo
que hay una contradicción que urge resolver ¿Cómo debe ser la gestión de una institución educativa para equilibrar
el propósito cognitivo y el formativo humano?
[1]
No debemos perder de
vista que quienes forman parte de una familia, también pasaron por el sistema
educativo, por lo que podemos afirmar, que, ante un mal sistema educativo,
también tendremos familias no tan bien formadas. Eso relieva la importancia de
la educación y de la escuela en su rol formativo y humanizante. Una escuela que
humaniza, que fortalece la ética t los valores de sus alumnos, está fomentando
altas probabilidades de tener mejores familias, autoridades, profesionales.