miércoles, 13 de enero de 2010

¿CÓMO DESARROLLAR HABITOS DE TRABAJO EN NUESTROS HIJOS?


Es frecuente escuchar, con preocupación, por parte de los padres: "a mi hijo le faltan hábitos de estudio" o "sus hábitos no son buenos", "necesita aprender algunas técnicas para estudiar". Comentarios semejantes, generalmente surgen cuando surge alguna dificultad en su rendimiento escolar y queremos encontrar la explicación, o cuando el maestro o la psicóloga nos hace notar que su rendimiento podría mejorar cuando mejoren sus hábitos de trabajo.

Pocas veces este tema es abordado cuando no existen dificultades en su rendimiento. En otras palabras, las preocupaciones sobre este aspecto se generan a partir de una dificultad específica en el aprendizaje o en sus resultados. Cuando el rendimiento escolar es bueno, pocas veces nos preguntamos si a nuestros hijos les hacen falta hábitos de estudio adecuados. Esto se explica porque confiamos en los métodos que ellos emplean, ya que dan los resultados académicos que los padres esperamos. Sin embargo, veremos a continuación por qué es importante desarrollar los hábitos de trabajo en nuestros hijos, independientemente de sus rendimientos académicos.


El orden y la organización se forman. La formación del orden y la organización no es una tarea que se inicia recién con el ingreso a la escuela. El sentido y la percepción del orden se desarrollan a lo largo de los años y se inician desde el nacimiento en lo relacionado a su alimentación, horas de sueño, horas de baño y todas las rutinas que se establecen en sus primeros años de vida.
También están los aspectos referidos no sólo al orden y la organización de su tiempo, sino al orden y organización de su espacio y de los elementos que componen su espacio. Por ejemplo, el niño desde pequeño, debe contar con sectores en donde pueda ubicar sus juguetes, su ropa, sus cuentos, los objetos de uso frecuente, depósitos para su ropa usada, etc. Estos aspectos referidos al orden y la organización durante su infancia son elementos que van a configurar sus conductas más adelante y sobre los cuales éstas se apoyarán. Así, las rutinas que, durante la infancia, configuran la organización de su tiempo, harán que el niño y posteriormente el adolescente, esté habituado a establecer rutinas de trabajo y ocupación. Es decir, será capaz de organizar sus tiempos, porque su organismo estará habi-tuado a establecer tiempos para todas sus ocupaciones (se entiende que le otorgará un tiempo al estudio).

Pero, ¿qué hacer cuando esto no sucedió en la infancia? Debemos ayudar a que los hijos organicen sus tiempos, ayudarlos a establecer rutinas estableciendo prioridades. Nuestro trabajo como padres no es establecer un horario para ellos, sino ayudarlos a descubrir sus propias necesidades de organización de tiempo. Y luego, por supuesto, ayudarlos a cumplir con sus compromisos de tiempo hasta que se habitúen a una rutina de trabajo. Esto puede resultar algo largo en algunos casos; no perdamos la paciencia.

El orden en el ambiente, es un factor que muchas veces condiciona el rendimiento. El orden también se va configurando durante la infancia, cuando descubre que cada cosa tiene un lugar y no otro. Esto genera, posteriormente, que nuestro hijo, pueda clasificar y establecer en orden de importancia el alcance de las cosas, útiles y recursos que le son indispensables en la resolución de un problema. El orden condiciona permite establecer las prioridades en las tareas, compromisos y trabajos en general. Esto parte desde la presentación personal (arreglo del vestido) pasando por el arreglo de sus ambientes: dormitorio, escritorio o lugar de trabajo y/o juego. Es importante respetar sus criterios de orden: no siempre son los mejores pero, a pesar de ello, el respeto es fundamental para que posteriormente podamos sugerir otras alternativas.
Hagamos un ambiente adecuado y estable. A la mayoría de personas nos agrada trabajar, jugar, descansar en ambientes que son agradables, confortables y que podemos contar con ellos, generalmente, cuando lo deseamos. Esto quiere decir que, para cualquier actividad personal, reque-rimos de un lugar en el cual uno pueda sentirse bien.
En muchas ocasiones, por las condiciones agitadas de vida, se estudia o se termina una tarea mientras se toma desayuno o en el auto, camino al colegio. Debemos tratar, si cumplimos lo mencionado en el acápite anterior, que la ubicación de un lugar adecuado acompañe la organización de un tiempo adecuado. En otras palabras, orden, organización y ambiente, deben caminar juntas y armónicamente. Hagamos un lugar que sea arreglado, organizado por nuestros hijos y en donde ellos sientan la comodidad para realizar sus trabajos. Nuestra tarea, consiste en asesorar, orientar, sugerir y facilitar las condiciones y elementos que permitan un adecuado desarrollo de sus hábitos.
Formar en Responsabilidad. Muchas veces se escucha decirle a los hijos: "tu única responsabilidad es estudiar". Esta frase, bastante común, propi-cia en los hijos una evasión de las responsabilidades que forman parte de la vida y les permite usar al "estudio" como un buen argumento para justificar su evasión. El estudio, como otras tareas en casa, son importantes de asumir, no solamente como obligación o cumplimiento, sino sobre todo como un fortalecimiento de la voluntad y el carácter, como actividades preparatorias que facilitan asumir retos muchas veces incómodas, pero necesarios en la vida de toda persona. El estudio, no es precisamente la actividad más placentera del mundo, y no lo es a tal punto, que casi siempre estamos obligándolos a cumplirla. Para muchos hijos, es una tarea pesada y difícil de cumplir y mantener. El asumir responsabilidades de distintos tipos, ayuda y facilita la posibilidad de entender el estudio como una más de ellas y no como la actividad obligatoria.

Finalmente, la formación de hábitos no es una tarea que se soluciona con una fórmula o receta a seguir; la formación de hábitos tiene que ver fundamentalmente con los objetivos, valores, actitudes, propósitos y expectativas que como padres tenemos respecto a nuestros hijos. ¿Qué deseo formar en ellos y para qué? ¿Qué tipo de hombre quiero forjar en él? ¿Respeto sus características individuales? ¿Respeto sus limitaciones y habilidades? ¿Le ayudo a descubrirse a sí mismo? ¿Le ayudo a pensar y crecer como persona? ¿Valoro sus esfuerzos?

La formación de hábitos no es el trabajo de un año, ni de dos, sino es el trabajo de muchos años. Si nuestro hijo no los tiene formados, es porque todavía no los aprendió.

Siendo la formación de hábitos un trabajo de largo aliento, es importante, considerar que cada espacio de tiempo, se convierte en una oportunidad invalorable para hacerlo. El tiempo es vital y en oportunidades da la impresión que falta, pero el tiempo que dediquemos a nuestros hijos es la mejor inversión. ¿Habrá algo en la tierra más importante que hacer de nuestros hijos personas de bien: organizadas y trabajadoras? Los invito a tomar una decisión HOY e iniciar la tarea de inmediato. Si el tiempo es importante, no lo dejes escapar. Tú y tus hijos lo necesitan.

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