lunes, 6 de mayo de 2013

Carácter, voluntad, seguridad, autoestima

A menudo en distintos escenarios de discusión cuando tratamos de encontrar explicaciones sobre el rendimiento de nuestros estudiantes o sobre sus actitudes y valores, llegamos a dos puntos extremos  como conclusión: es el ambiente en el que se desenvuelve el que influye de manera determinante sobre  todo su comportamiento;  y la segunda explicación nos habla de aspectos internos y propios de cada individuo que determinan e influyen sobre sus comportamientos. Esta vieja discusión ha conducido a una tercera posición que es la de considerar una influencia combinada de ambos aspectos sin atribuir una determinación en ninguna de las partes, sino de una proporcional influencia que puede variar en función de la persona y sus historia. Esta última posición es , considero , la más aceptada y que muchas personas consideran como razonable.
No obstante, deseo poner un punto de reflexión y tal vez de controversia hablando de aquellos aspectos internos, propios, íntimos  que existen en cada uno de nosotros y que al final, digo, segundos antes de emitir una conducta, podrían evitar, suprimir o consolidar dicha conducta.
Cuando un estudiante, una persona toma una decisión, existen seguramente, muchos factores que influyen sobre ella, sobre la persona y sobre su decisión, sin embargo, cuando la persona emite dicho comportamiento, siempre tendrá la oportunidad de decidir si la emite o no. En ese proceso, seguramente entran en juego sus ponderaciones del hecho, entra en juego un juicio de valor sobre el hecho, pero siempre  es posible efectuar un cambio. Hay decisiones  complicadas y difíciles de tomar, los niños desde su perspectiva, los adolescentes y los adultos, están tomando decisiones constantemente y en cada una de ellas existen procesos internos que determinan si emiten o no una conducta específica. Cuando un niño agrede a otro niño, generalmente lo hace en reacción, pero ¿qué sucede si educamos su juicio y le ayudamos a ponderar la situación? Muchos dirán seguramente que eso no se puede hacer con un niño, y Yo considero que si se puede y se debe hacer. Naturalmente, no es la tarea más sencilla, puesto que como sabemos,  tenemos un factor en contra la poca experiencia social y el aprendizaje inicial de las regulaciones sociales también, entre otros factores ligados a su pensamiento. Sin embargo, si ésta fuera una de las tareas educativas, podríamos contar con adolescentes cuyos juicios y decisiones tomarían en más en cuenta, sus ponderaciones que valoraciones.
La gran pregunta es ¿cuáles son estas valoraciones, en qué valores se sustentan? En la literatura vamos a encontrar distintas perspectivas y explicaciones sobre los valores, sin perjuicio de ello, considero que para los que somos humanos, existe una sola categoría de valores que nos pertenecen y se llaman precisamente: valores humanos. Valores que no son aplicables a animales, ni a objetos, sino solo a los seres humanos. No podemos hablar de un perro justo, pero si de un hombre justo, no se ha visto un lapicero fiel, pero si a una persona fiel. Esos valores son nuestros y son sobre ellos que debemos ponderar todos nuestros actos.
Segunda cuestión ¿cómo lo logramos y que tiene que ver con el carácter, la voluntad, la seguridad y la autoestima? Lo logramos , si podemos fortalecer estos aspectos interiores  íntimos de la persona, que a lo largo de la historia han tenido diversas denominaciones. No es una casualidad, que una de las etimologías de la palabra ética, sea: carácter o forma a de ser. Surge a partir de su etimología, una posible explicación y entendimiento que para lograr ser un sujeto ético, vale decir, tomar decisiones prudentes y ponderar nuestros actos, requerimos de cierta "fortaleza" para sostener aquellos valores humanos y se conviertan en el criterio más importante. La conducta final, es decir,  en la fracción  de tiempo antes de decidir, radica en nosotros la capacidad de emitirla o no. 
Si confiamos en una educación que fortalezca estos aspectos, considero muy probable que podamos vivir en un mundo y en una sociedad, menos violenta, menos reactiva y más humana.

4 comentarios:

  1. Rosalina Yapias Muñoz27 de mayo de 2013, 17:48

    Me parece muy importante este artículo, uno de los aspectos creo yo el más importante es el amor que le podamos brindar a nuestros niños, si queremos una sociedad diferente lo único que tenemos que hacer es amarlos para que así ellos aprendan amar a otros, difícilmente una persona que no fue amada va a dar amor =)
    Rosalina Yapias Muñoz

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    1. Gracias Rosalina por tus comentarios. Tienes muchas razón, se cumple el viejo dicho: nadie da lo que no tiene. La gran pregunta que debemos hacernos es ¿qué significa dar a amor a nuestros niños? Si quisiéramos dar indicaciones a un docente para que ame a sus niños ¿qué es lo que debería hacer?

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  2. Rosalina Yapias Muñoz13 de junio de 2013, 17:25

    Muy buena pregunta César, yo creo que primero debemos empezar con un cambio interno,respetar al niño es entender la diversidad que existe en ellos. Amor es cuidarlos y cuidar la alegría y las ganas de vivir que tienen y también estoy convencida de quien es feliz en la educación está educando. Como dice la educadora Olga Cosetini: "Solo quien admira al niño, está en las condiciones de ayudarlo, corregirlo y guiarlo". =)
    Rosalina Yapias Muñoz

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    1. Rosalina gracias por tus comentarios. Me quedo con dos ideas muy mu importantes: cuidar la alegría de los niños y sus gnas de vivir. Me hace recordar una expresión de Pablo Latapí (mexicano) parafraseando el decía que un indicador de calidad era el rostro del niño, un rostro alegre es muy buen indicador de calidad de la educación que recibe, no? Y la idea de Cosetini es genial también.
      Un cordial abrazo y gracias por tu comentarios tan reflexivos

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