jueves, 24 de marzo de 2022

Fundamentos de la convivencia en contexto de pandemia

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Hago un alto en el presente contexto de pandemia,  para reflexionar sobre algunas condiciones , que, desde mi perspectiva, son fundamentales para una entender la convivencia humana en los diversos contextos en los que nos desenvolvemos.

La pandemia ha puesto en evidencia qué tan preparados estamos como personas humanas, es decir, qué tanto de humanidad está presente en cada uno de nuestros actos.

Hemos sido testigos del lucro con el oxígeno, con las medicinas, con los servicios de atención de salud (clínicas), hemos presenciado la disputa sobre la comercialización de vacunas como una exigencia a la libertad de comercio de algunos sectores comerciales privados. En el inicio de la pandemia pudimos observar el acaparamiento de víveres y materiales de aseo y limpieza. La pandemia ha puesto en evidencia, la indiferencia ante la protección de la salud y de los demás, hemos desafiado todo, o casi todo,  omitiendo protocolos sanitarios, sobrepasando el aislamiento. Hemos engañado para poder hacer lo que estimamos conveniente, hemos agredido a quienes han querido respetar y no san solicitado respetar la salud y la integridad, y muchas situaciones similares. ¿Qué ha pasado con nosotros?

No obstante, también hemos apreciado la enorme generosidad, la ayuda, la colaboración, la solidaridad de muchas personas, ayudando y colaborando con las poblaciones más vulnerables, personas que respetan y cuidan la integridad y la vida, pero debo decirlo, en mi percepción, quizá son insuficientes y debemos ser más, muchos más. ¿Por qué estas personas si son así?

Con frecuencia se afirma acerca de la importancia de la familia y la educación, no cabe duda de la importancia de ambas instituciones, pero luego nos lleva discutir con quién empezar o en cuál colocar la mayor preocupación. La siguiente afirmación seguro será generadora de crítica, pero cada vez estoy mucho más convencido: debemos empezar por la educación, por una educación que eduque para la vida y en la vida. Para justificar mi afirmación, diré que a muchos, quizá la mayoría de los que hoy son madres, padres y cuidadores, pasaron (pasamos) por la escuela, pero la escuela que conocemos desde hace varias décadas, no se ocupa de la vida misma, sino de los conocimientos formales que han ocurrido y ocurren la vida. La vida, es mucho más que ello, y la vida trasciende las formalidades del saber científico, aunque éste trate de explicar todo. Una educación para la vida traspasa las puertas de la escuela, abre las puertas para que la vida entre y los estudiantes salgan a la vida.

Para entender la vida, la convivencia en los actuales contextos, me permito referirme a las ideas de Edgar Morín, y tomaré dos ideas que son centrales en esta necesidad urgente de educarnos para la vida, con un sentido humano, porque eso es lo que necesitamos hoy y desde siempre. Me refiero a la condición humana y la comprensión.[2]

La condición humana

Señala Morin (2016, pp.122-124) enseñar la condición humana no figura en los programas escolares y si se aborda será tangencialmente o está disperso en una diversidad de áreas curriculares, por mi parte señalo que llama la atención que lo humano no se aborda con profundidad por ejemplo en las artes o en la filosofía.  La principal preocupación del pensamiento siempre fue lo humano, lo humano en sus problemas propios de su ser y de su existencia, lo humano con relación a lo social o su mundo exterior. Para formar personas humanas, debemos aportar desde la educación, la identificación de lo humano en todo el quehacer y a lo largo de la historia desde la evidencia de su aparición en la tierra.

Si observamos los grandes desafíos que tenemos como parte de una sociedad, y que son reflejados al mismo tiempo en nuestras propias instituciones educativas, dan cuenta de la complejidad de la convivencia, los agravios, desconfianzas, violencia, intolerancia apuntan a una deshumanización y no a lo contrario. De allí, la importancia de encuadrar estas primeras nociones a comprender a profundidad que vivimos dentro de una diversidad, pero somos la misma especie humana, no podemos soslayar, no puede pensarse en una separación o discriminación entre nosotros mismos.

Dice Morin “el ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico. Y es esa unidad compleja de la naturaleza humana lo que se halla desintegrado en la enseñanza por asignaturas, de ahí que se haya hecho imposible a aprender lo que significa ser humano. Es preciso entonces restaurar dicha unidad, de tal manera que toda persona, esté donde esté, adquiera conocimientos y consciencia tanto de su identidad singular como de su identidad común con todos los seres humano” (2016, pp. 122-123)

 Cito nuevamente a Morin, años antes  a Morin, quien años antes en la obra "Sietes saberes necesarios para la educación del futuro" ya había afirmado acerca  de  la gran  importancia de lo humano para la educación, nos dice: “El humano es un ser plenamente biológico y cultural que lleva en sí esta unidualidad originaria. Es un super y un hiper viviente: ha desarrollado de manera sorprendente las potencialidades de la vida. Expresa de manera hipertrofiada las cualidades egocéntricas y altruistas del individuo, alcanza paroxismos de vida en el éxtasis y en la embriaguez, hierve de ardores orgiásticos y orgásmicos; es en esta hiper vitalidad que el homo sapiens es también homo demens.  El hombre es pues un ser plenamente biológico, pero si no dispusiera plenamente de la cultura sería un primate del más bajo rango. La cultura acumula en sí lo que se conserva, transmite, aprende; ella comporta normas y principios de adquisición. (…) El hombre sólo se completa como ser plenamente humano por y en la cultura. No hay cultura sin cerebro humano (aparato biológico dotado de habilidades para actuar, percibir, saber, aprender), y no hay mente (mind), es decir capacidad de conciencia y pensamiento sin cultura. La mente humana es un surgimiento que nace y se afirma en la relación cerebro<->cultura. Una vez que la mente ha surgido, ella interviene en el funcionamiento cerebral con efecto retroactivo. Hay entonces una triada en bucle entre cerebro <-> mente <-> cultura, donde cada uno de los términos necesita a los otros. La mente es un surgimiento del cerebro que suscita la cultura, la cual no existiría sin el cerebro. (2000, pp.23,24)

 Alain Touraine (2014) señala en su obra ¿Podremos vivir juntos?, la necesidad de concebir una escuela para el sujeto, haciendo énfasis en la necesidad de pensar en sus necesidades y demandas, una escuela para la comunicación, interpreto, como la búsqueda del entendimiento a través del reconocimiento de nuestra validez como interlocutores, una escuela democratizadora, que no solo eduque en democracia, sino que gestiones democráticamente, lo que implica establecer espacio y canales de participación para toda la comunidad educativa. No sería adecuado hablar de convivencia y ciudadanía, si los moldes de nuestras instituciones discriminan bajo algún criterio.

 La comprensión

Morin recomienda que en las escuelas se enseñe, leo, se forme a las personas en la comprensión. ¿Cómo desarrollar la convivencia y la ciudadanía en nuestras instituciones educativas sin comprendernos? Para Morin “La comprensión es al mismo tiempo medio y fin de la comunicación humana. Ahora bien, la educación para la comprensión está ausente de nuestras enseñanzas. El planeta necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos. Teniendo en cuenta la importancia de la educación para la comprensión en todos los niveles educativos y en todas las edades, el desarrollo de la comprensión necesita una reforma de las mentalidades. Tal debe ser la tarea para la educación del futuro.  La comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños es en adelante vital para que las relaciones humanas salgan de su estado bárbaro de incomprensión. De allí, la necesidad de estudiar la incomprensión desde sus raíces, sus modalidades y sus efectos. Este estudio sería tanto más importante cuanto que se centraría, no sólo en los síntomas, sino en las causas de los racismos, las xenofobias y los desprecios. Constituiría, al mismo tiempo, una de las bases más seguras para la educación por la paz, a la cual estamos ligados por esencia y vocación. (Morin,2000)”

 Morin (2016, pp. 16-17) establece que existen dos comprensiones:  Intelectual y humana. La comprensión intelectual, es aquella que comprende el sentido de lo que dice el otro, comprensión de sus ideas, de su visión del mundo, y que advierte que siempre está amenazada por los “ruidos” existentes entre el emisor y el receptor. Vale decir, la existencia de prejuicios, ideas anticipadas, creencias, así como por la polisemia, además de los contextos. Y la otra es, la comprensión humana, dice que tiene una parte subjetiva irreductible, es medio y fin al mismo tiempo. Cito “Aquí hay que tener en cuenta la diferencia entre explicar y comprender. Explicar es considerar a una persona o aun grupo como un objeto y aplicarle todos los medios objetivos de conocimiento. La explicación puede bastar a veces para la comprensión intelectual u objetiva, pero siempre resulta insuficiente para la comprensión humana. Esta última requiere la identificación y la proyección de sujeto a sujeto” ejemplifica planteando la situación de un niño, al que ve llorando, dice Morin, lo comprenderé, no midiendo el grado de salinidad de sus lágrimas, sino recordando mis disgustos infantiles, identificándolo conmigo e identificándome con él. Cierra esta reflexión afirmando que “La comprensión humana, siempre intersubjetiva, exige abrirse al otro, empatía y simpatía” (Morin, 2016, p.65)

 Cierro estas reflexiones, proponiendo que trabajemos de manera sostenida estas dos dimensiones: reconocer y valorar la condición humana y desarrollar nuestra comprensión racional y nuestra comprensión profunda del otro. Quizá si se convierten en firmes propósitos educativos, podamos mejorar las condiciones sociales y emocionales en que esta pandemia nos ha colocado.

 Referencias bibliográficas

Morin, Edgar (2016) Enseñar a vivir. Manifiesto para cambiar la educación. España: Paidós

Touraine. Alain (2014) ¿Podremos vivir juntos? 2da ed. México: Fondo de cultura económica.



[1] Máster en Democracias y Educación en valores. Licenciado en Psicología. Docente en la Facultad de Educación de la PUCP y de la Universidad Antonio Ruíz de Montoya.  curibe@pucp.edu.pe

[2] Desde mi puesto de vista e intención del presente artículo, ponto atención a ambas. Las ideas son referidas a la publicación de Morin realizada en el año2016 y que se titula “Enseñar a vivir”, obra que todo educador debe leer.,

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