Ofrecer un conjunto de fórmulas como única alternativas para desarrollar actitudes favorables hacia la Ética y la Democracia en nuestros alumnos no resulta lo más adecuado. Sin embargo, queremos ofrecer un conjunto de ideas sugerentes, que les permitan desarrollar acciones a favor de estas actitudes. Es obvio imaginar, que el tema no se agota con nuestras acciones, ya que este es un trabajo que nos involucra a todos los que trabajamos en educación y a la sociedad en su conjunto. Hagamos de nuestros centros educativos recintos en donde se respire, en lo mínimo, el esfuerzo por construir relaciones y comportamientos éticos y democráticos.
Trabajar en el desarrollo de actitudes favorables hacia la ética y la democracia, supone dos grandes ejes de acción:
a. Desarrollar habilidades en nuestros niñas y niñas para vivir en la escuela, en la familia y en la sociedad.
b. Desarrollar actitudes personales como docentes para vivir en relación con nuestros alumnos y alumnas, padres y madres y entre nosotros mismos
No olvidemos la necesidad de contextualizar y diagnosticar nuestros grupos y realidad educativa, así como, adaptar a las edades o niveles de entendimiento y comprensión de nuestros alumnos y alumnas.
Ideas sugerentes que facilitan el desarrollo de habilidades en alumnas y alumnos para vivir ética y democráticamente:
1) Presentación de intenciones, las alumnas y los alumnos deben conocer las intenciones de nuestra presencia en la vida de ellos. ¿Por qué estamos con ellos?, ¿cuál es el sentido de nuestra presencia en la vida de ellos y ellas?, ¿qué deseamos y / o esperamos de ellos y ellas?. Estas intenciones deben hacerse manifiestas en relación a nuestras asignaturas. Presentar el sentido de lo que se va aprender, en todas sus dimensiones: cognitiva, socio – afectiva, procedimental.
2) Rescatar inquietudes de nuestros alumnos y alumnas, sean éstas, en relación con los contenidos de las materias, así como, sobre sus expectativas respecto a nuestras actitudes y conductas.
3) Presentar los deberes y derechos que la escuela desarrolla u otros documentos orientadores que maneja la escuela a través del docente.
4) Construir los acuerdos de convivencia dentro del aula, estos deben ser construidos en función de las necesidades. No pueden existir acuerdos estáticos, en todo caso, la variación debe ser mínima. Frente a las distintas situaciones educativas debemos construir acuerdos sobre la formas de convivir dichas situaciones. Podríamos decir, que existen acuerdos mínimos, los que se discuten en función a las situaciones o circunstancias; y otros máximos, que pueden sostenerse durante períodos muchos más prolongados, como por ejemplo: “escucharnos mientras otra persona tiene la palabra”.
5) Negociar aspectos vinculados al desarrollo de nuestra convivencia y el desarrollo de nuestras materias o situaciones educativas. Negociar contenidos, fechas, estilos, formas, condiciones, evaluaciones, exigencias, etc.
6) Ejercitación de sus percepciones y valoraciones, a través de sus opiniones manteniendo las condiciones de respeto a la persona; éstas pueden estar referidas a: situaciones, conflictos, proyectos, inconvenientes, juicios. En estos casos pueden usarce como estrategias, las dramatizaciones, dilemas morales, juego de roles, paneles de discusión, análisis de casos. Llevar las discusiones utilizando situaciones ficticias, históricas o reales.
7) Insertar a los alumnos y alumnas en la dinámica educativa, teniendo una participación activa en la ambientación del aula, en el “armado” de la clase y su puesta en marcha, en la preparación de discusiones temáticas, en la investigación y en la colaboración.
8) Desarrollo orientado del trabajo en grupo (Pedagogía de la cooperación), propiciando retos que los involucre, situaciones de ayuda y colaboración pedagógica entre compañeros y compañeras, rotación de grupos y responsabilidades compartidas: académicas y no académicas.
9) Utilización adecuada de los espacios del aula, así como de la escuela, ofreciendo un clima de naturalidad orientada, una sensación de familiaridad. Propiciar un mayor acercamiento, reduciendo las distancias físicas, crear un ambiente cálido, que facilite la participación y los sentimientos de comunidad.
10) Acompañar la coherencia progresiva de sus discursos y de sus acciones, mantener una atención flotante, frente a sus comportamientos y actitudes, facilitar la toma de conciencia de su ser y de su actuar: ¿te has dado cuenta de los que acabas de decir?, ¿piensa en tus palabras, qué es lo tratas de decir?, ¿cuáles son tus intenciones, al hacer o decir...?, ¿qué deseas lograr en los demás?, ¿volverías a decir lo mismo, estás seguro de tu decisión?
11) Insertar en la dinámica educativa, la participación orientada del padre y la madre de familia, estableciendo alianzas conjuntas encaminadas a logros en el aprendizaje, en tanto, al desarrollo de valores y actitudes favorables, al logro de conductas éticas y democráticas. Lograr de los padres y las madres, aliados en la formación y educación de sus hijos e hijas, a través de encuentros participativos, de la elaboración de proyectos conjuntos, a partir de la valoración de los distintos roles que asumen los padres de familia en lo profesional, así como en los familiar. Generar una conciencia común que valore desde las partes vinculadas, las dinámicas que nos toca vivir.
Trabajar en el desarrollo de actitudes favorables hacia la ética y la democracia, supone dos grandes ejes de acción:
a. Desarrollar habilidades en nuestros niñas y niñas para vivir en la escuela, en la familia y en la sociedad.
b. Desarrollar actitudes personales como docentes para vivir en relación con nuestros alumnos y alumnas, padres y madres y entre nosotros mismos
No olvidemos la necesidad de contextualizar y diagnosticar nuestros grupos y realidad educativa, así como, adaptar a las edades o niveles de entendimiento y comprensión de nuestros alumnos y alumnas.
Ideas sugerentes que facilitan el desarrollo de habilidades en alumnas y alumnos para vivir ética y democráticamente:
1) Presentación de intenciones, las alumnas y los alumnos deben conocer las intenciones de nuestra presencia en la vida de ellos. ¿Por qué estamos con ellos?, ¿cuál es el sentido de nuestra presencia en la vida de ellos y ellas?, ¿qué deseamos y / o esperamos de ellos y ellas?. Estas intenciones deben hacerse manifiestas en relación a nuestras asignaturas. Presentar el sentido de lo que se va aprender, en todas sus dimensiones: cognitiva, socio – afectiva, procedimental.
2) Rescatar inquietudes de nuestros alumnos y alumnas, sean éstas, en relación con los contenidos de las materias, así como, sobre sus expectativas respecto a nuestras actitudes y conductas.
3) Presentar los deberes y derechos que la escuela desarrolla u otros documentos orientadores que maneja la escuela a través del docente.
4) Construir los acuerdos de convivencia dentro del aula, estos deben ser construidos en función de las necesidades. No pueden existir acuerdos estáticos, en todo caso, la variación debe ser mínima. Frente a las distintas situaciones educativas debemos construir acuerdos sobre la formas de convivir dichas situaciones. Podríamos decir, que existen acuerdos mínimos, los que se discuten en función a las situaciones o circunstancias; y otros máximos, que pueden sostenerse durante períodos muchos más prolongados, como por ejemplo: “escucharnos mientras otra persona tiene la palabra”.
5) Negociar aspectos vinculados al desarrollo de nuestra convivencia y el desarrollo de nuestras materias o situaciones educativas. Negociar contenidos, fechas, estilos, formas, condiciones, evaluaciones, exigencias, etc.
6) Ejercitación de sus percepciones y valoraciones, a través de sus opiniones manteniendo las condiciones de respeto a la persona; éstas pueden estar referidas a: situaciones, conflictos, proyectos, inconvenientes, juicios. En estos casos pueden usarce como estrategias, las dramatizaciones, dilemas morales, juego de roles, paneles de discusión, análisis de casos. Llevar las discusiones utilizando situaciones ficticias, históricas o reales.
7) Insertar a los alumnos y alumnas en la dinámica educativa, teniendo una participación activa en la ambientación del aula, en el “armado” de la clase y su puesta en marcha, en la preparación de discusiones temáticas, en la investigación y en la colaboración.
8) Desarrollo orientado del trabajo en grupo (Pedagogía de la cooperación), propiciando retos que los involucre, situaciones de ayuda y colaboración pedagógica entre compañeros y compañeras, rotación de grupos y responsabilidades compartidas: académicas y no académicas.
9) Utilización adecuada de los espacios del aula, así como de la escuela, ofreciendo un clima de naturalidad orientada, una sensación de familiaridad. Propiciar un mayor acercamiento, reduciendo las distancias físicas, crear un ambiente cálido, que facilite la participación y los sentimientos de comunidad.
10) Acompañar la coherencia progresiva de sus discursos y de sus acciones, mantener una atención flotante, frente a sus comportamientos y actitudes, facilitar la toma de conciencia de su ser y de su actuar: ¿te has dado cuenta de los que acabas de decir?, ¿piensa en tus palabras, qué es lo tratas de decir?, ¿cuáles son tus intenciones, al hacer o decir...?, ¿qué deseas lograr en los demás?, ¿volverías a decir lo mismo, estás seguro de tu decisión?
11) Insertar en la dinámica educativa, la participación orientada del padre y la madre de familia, estableciendo alianzas conjuntas encaminadas a logros en el aprendizaje, en tanto, al desarrollo de valores y actitudes favorables, al logro de conductas éticas y democráticas. Lograr de los padres y las madres, aliados en la formación y educación de sus hijos e hijas, a través de encuentros participativos, de la elaboración de proyectos conjuntos, a partir de la valoración de los distintos roles que asumen los padres de familia en lo profesional, así como en los familiar. Generar una conciencia común que valore desde las partes vinculadas, las dinámicas que nos toca vivir.